Xenofobia y racismo son dos términos que son utilizados en muchas ocasiones de manera indistinta. Sin embargo, aunque ambas palabras hacen referencias a posiciones intolerantes e incompatibles con la...
Xenofobia y racismo son dos términos que son utilizados en muchas ocasiones de manera indistinta. Sin embargo, aunque ambas palabras hacen referencias a posiciones intolerantes e incompatibles con la vida en una sociedad multicultural, no significan exactamente lo mismo.
La palabra xenofobia es un término compuesto proveniente del griego. El prefijo xeno, del griego ξενο, hace referencia a algo o alguien de origen extranjero, es decir, de un país que no es el propio. El sufijo fobia indica miedo.
Por lo tanto, xenofobia sería, literalmente, "rechazo al extranjero". En este caso no habría necesariamente connotaciones raciales o culturales sino, en teoría, un desprecio por el mero hecho de no tener la misma nacionalidad.
El racismo, por su parte, es un término que hace referencia a una actitud o ideología mucho más moderna. La diferenciación racial entre seres humanos tiene su origen en la conquista de América por parte de los países europeos y el proceso de esclavización masiva de personas africanas llevado a cabo para la posterior explotación de los recursos del Nuevo Mundo.
Los españoles establecieron tres razas en la sociedad de sus colonias americanas: blancos, indios y negros. Entre medias, se vieron obligados a crear un complejísimo sistema de castas ante la realidad que se dio sobre el terreno. Las personas de estas razas que habitaban el continente empezaron a mezclarse y crear una población fundamentalmente mestiza.
Posteriormente, el racismo blanco sirvió como justificación para el mantenimiento de la esclavitud de las personas traídas de África. Esto contravenía claramente la religión cristiana de los colonos europeos que se establecieron en América.
El sistema racista más elaborado y genocida de la historia tuvo lugar, sin embargo, en Europa y tuvo como víctimas a las distintas minorías étnicas del continente, especialmente a los judíos. El régimen nazi establecido en Alemania en los años 30 y 40 y el holocausto que llevó a la práctica supuso un antes y un después en las actitudes frente al racismo en el planeta.
Aunque otros regímenes racistas como el Apartheid sudafricano sobrevivieron hasta los años 90, el racismo, en general, perdió todo prestigio como doctrina ideológica. Desgraciadamente, las actitudes racistas siguen presentes hoy en día en Europa y en muchas otras partes del mundo.
Como evidencia de esto encontramos el ascenso de partidos con un discurso xenófobo y soterradamente racista en muchos países de Europa. En otros lugares del mundo, la situación es aún peor y muchas personas han tenido que abandonar su país por motivos racistas o xenófobos.
En la práctica, la xenofobia rara vez no está acompañada por un rechazo étnico o abiertamente racista. Es difícil encontrar posiciones xenófobas frente a personas provenientes de países del entorno occidental, en término estricto igual de extranjeros que los que provienen de otras zonas del planeta y que son víctimas de actitudes xenófobas mucho más a menudo.
La explicación a esta peculiaridad podría ir más allá del racismo y nos la da el término aporofobia. Esta palabra, acuñada por la filósofa española Adela Cortina hace referencia a "un sentimiento de miedo y en una actitud de rechazo al pobre, al sin medios, al desamparado". En cierto modo, la intolerancia no vendría marcada tanto por el origen o la raza de una persona como por su clase social o una combinación de todo ello.
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