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El trabajo infantil, un riesgo entre los niños refugiados

La pobreza entre los refugiados obliga a muchos niños a dejar los estudios y empezar a trabajar. Muchas familias de refugiados dependen, a veces por completo, de los ingresos generados por los niños. En otras ocasiones, los menores han perdido a su familia y están solos, lo que los obliga a trabajar y a menudo los convierte en víctimas de traficantes y redes de explotación.

La mayoría de los niños que trabajan en todo el mundo son varones que realizan trabajos físicos a cambio de sueldos miserables. Las niñas suelen ocupar tareas domésticas y enfrentan riesgos como el matrimonio infantil o la explotación sexual.

El trabajo infantil y la falta de educación ponen en peligro la salud y el futuro de muchos niños en todo el mundo.

 

¿Qué reclamamos?

 
 
"No hay nada bueno aquí, es todo malo. Todos nos quejamos porque la arena pesa y nos cansamos. Ojalá pudiéramos dejar de transportar arena y volver al colegio".
Françoise Asani Philippe, desplazada congoleña de 14 años.
 

Trabajo infantil entre los niños desplazados

En la República Democrática del Congo, miles de menores se ven obligados a cargar kilos de arena, un material de construcción de bajo coste, para ganar apenas unos céntimos con los que comprar algo de comer. En concreto, estos niños ganan 30 céntimos por cada 25 kilos de arena transportados. A menudo, sus padres no dan abasto y necesitan los ingresos de sus hijos para poder mantener a toda la familia.

Son niños obreros desplazados por años de conflictos en el país. Antes de verse obligados a abandonar sus hogares, muchos iban al colegio. Pero sus vidas se vieron interrumpidas a causa de la violencia y, ahora, empiezan a trabajar a las 4:30 de la mañana y recorren largas distancias transportando cargas muy pesadas.