Refugiados y migrantes llegan a Europa desde Libia empujados por la inseguridad, abusos, explotación o tráfico de personas
La promesa de un puesto de trabajo en Libia lleva a la mitad de los refugiados y migrantes a llegar hasta allí. Sin embargo, la inseguridad, las dificultades económicas y los cada vez más numerosos abusos y explotaciones hacia estos colectivos, les ponen de nuevo sobre la ruta de salida.
Son flujos mixtos de refugiados y migrantes: personas con diferentes motivaciones que acaban viajando juntas a través de las mismas rutas, a menudo en manos de traficantes y bandas criminales.
En los últimos años, el número de personas que cruza desde el norte de África hasta Europa ha ido en aumento, llegando en 2016 al récord de muertes en el Mediterráneo. Una tendencia con visos de continuar.
De las 3 principales rutas usadas por refugiados y migrantes, Libia se ha convertido en la más utilizada y a la vez la más mortal.
¿Quiénes son?
Un estudio de ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados, revela que desciende el número de quienes llegan a Libia desde el este de África, mientras aumenta el que procede del oeste del continente hasta la ruta central del Mediterráneo de Libia a Italia, que supone la mitad de las llegadas hasta Europa: 100.000 en 2016.
¿De dónde vienen?
Fuente: Estudio de UNHCR/ACNUR, Agencia de la ONU para los Refugiados, realizado por Altai Consulting, 2016.
A la posición estratégica del país, se suman el conflicto y la inestabilidad en Libia, uno de los países más peligrosos del mundo, como factores que contribuyen a un clima donde el tráfico de personas y las redes criminales florecen.
Al mismo tiempo, el colapso del sistema judicial en el que reina la impunidad ha llevado a muchos grupos armados, bandas criminales e individuos a participar en la explotación y el abuso de refugiados y migrantes. Además, la situación en el país les obliga a huir desde el sur hasta el norte de Libia.
ACNUR planea aumentar su presencia en Libia para ayudar y proteger a refugiados, solicitantes de asilo y desplazados afectados por el conflicto en Libia, además de procurar alternativas y soluciones duraderas para los refugiados que arriesgan su vida en el Mediterráneo, donde más de 2.000 personas han muerto en lo que va de año.
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