Shekhadi, lugar de peregrinación para la minoría étnica iraquí yazidí, está recibiendo a miles de personas que huyen de la violencia en su país. Hay madres meciendo las cunas de sus hijos, familias durmiendo en el suelo… todos ellos esperando noticias esperanzadoras de su ciudad natal, Sinjar.
Na’am es madre de siete hijos y está preocupada por la situación de los miembros de su familia, muchos de los cuales están atrapados en las montañas al norte de Sinjar. Ella vino aquí, a la comunidad del santuario yazidí, con sólo uno de sus hijos. Otros cuatro hijos y dos hijas siguen en las montañas de Sinjar.
Según datos de funcionarios iraquíes al menos 45.000 personas han llegado a la región escapando de la violencia en Sinjar y otras dos comunidades. Actualmente el Kurdistán iraquí sirve de refugio a más de 300.000 iraquíes desplazados desde junio, al igual que de 220.000 refugiados sirios.
ACNUR, junto a otras organizaciones, está dando respuesta a esta crisis, repartiendo colchones, ventiladores, bidones de agua, jabón y otros artículos.
Yusif, un profesor de inglés de Sinjar de 41 años, ha huido con su familia y con los documentos necesarios para facilitar el registro y recibir ayuda. Allí está a salvo junto a su familia, que le acoge, aunque sabe que otras personas no corren la misma suerte y se están quedando en escuelas u otros lugares.
Tanto Yusif como Na’am están preocupados por sus parientes. “Hablé con ellos ayer”, dice ella. “Pero ahora no puedo comunicarme. Creo que sus móviles están sin batería”. La última vez que habló con ellos fue el domingo, cuando le dijeron que la comida y el agua se les estaba acabando.