¿Quién dijo que las palabras voluntariado y vacaciones no pueden ir de la mano? En eso consisten justamente las vacaciones solidarias, un nuevo modelo de turismo que en los ú...
¿Quién dijo que las palabras voluntariado y vacaciones no pueden ir de la mano? En eso consisten justamente las vacaciones solidarias, un nuevo modelo de turismo que en los últimos años ha ido ganando protagonismo y que pretende ser una alternativa al turismo convencional, especialmente en épocas como el verano.
Hay personas a las que les encanta viajar a lo largo y ancho del mundo y adentrarse en los países de acogida, en sus comunidades y en sus costumbres para presenciar de primera mano lo más característico y representativo de cada lugar.
Otras practican el altruismo, la solidaridad y la ayuda desinteresada. Son los denominados voluntarios, es decir, personas que se vinculan a proyectos de desarrollo social en lugares con necesidades específicas: infancia, igualdad de género, agricultura sostenible, cuidado medioambiental, asistencia sanitaria o educación, entre otras.
Esos dos conceptos han encontrado una buena fusión en las vacaciones solidarias, que son programas de turismo alternativo gracias a los cuales podemos conocer personalmente las labores de un proyecto de desarrollo social concreto.
Dichos proyectos son liderados generalmente por organizaciones no gubernamentales (ONG) y, en algunas ocasiones, por los propios Gobiernos o instituciones. El objetivo es doble: por un lado, disfrutar de las bondades y los atractivos del país de destino; por el otro, contribuir al desarrollo de esa comunidad o región.
La palabra compromiso es clave en las vacaciones solidarias. No se trata de un viaje convencional, de esos en los que hacemos fotografías y vamos con un mapa en la mano mientras disfrutamos de los paisajes.
A diferencia de lo que sucede con el turismo convencional, aquí la distancia entre turista y escenario no existe. El gran atractivo de esta opción es que las personas se implican directamente en los proyectos que se desarrollan en el país de destino y contribuyen con sus conocimientos y su experiencia a que se produzcan transformaciones necesarias.
Las vacaciones solidarias toman como principios la justicia social y económica, el respeto por el medioambiente, las prácticas sostenibles y el desarrollo social. Además, reconocen el papel central que desempeñan las comunidades, las sociedades o los grupos locales en la realización de proyectos y el derecho a ser protagonistas directos en lo que tiene que ver con el desarrollo y la sostenibilidad de su territorio.
Si se trata de enumerar los principales beneficios de las vacaciones solidarias, la lista debería incluir algunos de los que mencionamos a continuación:
El verano es la temporada más apropiada para ir de vacaciones solidarias. No solo por el buen tiempo, sino porque además permite que muchas personas compaginen sus responsabilidades laborales y académicas con el turismo responsable.
La oferta de programas es amplia y varía en función de los objetivos de cada voluntario o persona interesada. No obstante, existen algunos destinos especialmente idóneos para desarrollar este modelo de turismo alternativo:
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