Desde el año 2011, cuando empezó la guerra en Siria, Líbano ha sido uno de los países que más de cerca ha vivido la crisis de refugiados...
Desde el año 2011, cuando empezó la guerra en Siria, Líbano ha sido uno de los países que más de cerca ha vivido la crisis de refugiados sirios.
Los últimos cálculos de ACNUR hablan de más de 1 millón de ciudadanos de ese país que han cruzado la frontera occidental huyendo de la guerra y buscando atención básica en el país vecino.
Esta cifra es todavía más significativa si tenemos en cuenta que el Líbano es un país de apenas 4,2 millones de habitantes. Es decir, los refugiados sirios suponen casi un tercio de la población de este pequeño país de Oriente Próximo.
Del total de refugiados, cerca de 417.000 son menores cuyas edades oscilan entre los 3 y los 14 años, es decir, se encuentran en pleno proceso formativo y es necesario que se les garantice el acceso a la educación primaria y secundaria.
La escolarización de los menores de edad es uno de los principales problemas a los que se enfrentan las familias de refugiados sirios que han huido al Líbano en los últimos cinco años, entre otras cosas porque este país no cuenta con la infraestructura ni los recursos necesarios para atender tal demanda.
En 2013, por ejemplo, el 40% de la población siria que había llegado al Líbano estaba en edad escolar, aunque no todos accedían al sistema público de educación. Para ese curso, solo se matricularon 30.000 niños de los 120.000 registrados.
Ahora la situación es más o menos la misma, lo cual supone una preocupación añadida para los organismos de asistencia. La educación en situaciones de emergencia es un valioso recurso para mantener a los niños al margen de los conflictos y darles herramientas para su supervivencia.
La educación de los niños es una de las prioridades en los campos de refugiados de ACNUR, tanto los que están ubicados en Oriente Próximo como en otras zonas del mundo. Además de insistir en valores como la diversidad y el respeto, se les inculcan otros como la autonomía y la autosuficiencia.
El principal reto de ACNUR en este escenario es lograr que los niños refugiados sirios que han estado fuera de la escuela durante un año o más regresen a las clases y se incorporen al sistema público de enseñanza en el Líbano.
Para ello, desde hace algunos cursos ha puesto en marcha iniciativas en varios frentes. Uno de los más significativos es el apoyo al programa “De regreso a la escuela”, que facilitó el acceso de al menos 200.000 niños refugiados al sistema público de enseñanza libanés el año pasado, casi el doble que el del curso 2014-2015.
La iniciativa cubre el coste de la matrícula y de los materiales escolares y garantiza una educación gratuita hasta el grado noveno (4.º de la ESO).
De esta manera no solo se insiste en la importancia de que continúen con su proceso formativo, sino que además se los aleja de prácticas como el trabajo infantil, que es una de las más habituales entre los menores refugiados.
Otro elemento en el que ACNUR trabaja es el de la inmersión lingüística. El sistema de educación del Líbano emplea el inglés y el francés como lenguas transversales, mientras los niños sirios han estudiado durante todo su proceso en árabe.
Aun así, los recursos y las ayudas de estos programas no cubren todos los gastos. Se calcula que el programa necesitaría al menos otros 20 millones de euros para ofrecer una mayor cobertura y atender las principales demandas.