Los efectos del desplazamiento forzoso no solo se materializan en el miedo, la ansiedad, la zozobra, la incertidumbre, la desconfianza y otros sentimientos de inquietud. También los apreciamos en...
Los efectos del desplazamiento forzoso no solo se materializan en el miedo, la ansiedad, la zozobra, la incertidumbre, la desconfianza y otros sentimientos de inquietud. También los apreciamos en el plano físico, concretamente en las enfermedades más comunes que sufren las personas refugiadas.
Una situación de desplazamiento forzado supone una ruptura en muchos sentidos. Sus efectos generan perjuicios tanto físicos como psicológicos en las personas que viven una experiencia de este tipo. Los niños, por ejemplo, resultan especialmente afectados.
Las complicaciones físicas son sin duda las más visibles, sobre todo en las primeras fases del desplazamiento. La salud de los refugiados suele verse afectada en el momento de emprender las rutas en las que buscan lugares más seguros y durante la etapa del asentamiento en el lugar de acogida.
En dichos trayectos, son fundamentales las ayudas exteriores rápidas y eficaces, pues es un hecho probado que la gran mayoría de los refugiados huye de sus hogares sin medios que les permitan asegurar su bienestar y el de sus familiares.
Las enfermedades más comunes entre los refugiados no son específicas de su condición, pues se trata de anomalías y desequilibrios que cualquier persona podría sufrir. Sin embargo, las condiciones del desplazamiento aumentan los riesgos de padecerlas y, de paso, hacen más notorios sus efectos y consecuencias.
¿De qué enfermedades estamos hablando? ¿Cuáles son, según la experiencia y el trabajo de las entidades de atención y acogida, las anomalías físicas que más se repiten entre estas personas? A continuación te resumimos algunas de ellas según el Instituto de Estudios sobre Desarrollo y Cooperación Internacional (HEGOA):
Otra circunstancia que actúa en contra de los refugiados una vez que inician su huida hacia zonas más seguras es el menor grado de inmunización ante un nuevo entorno, tal como pasa justamente con el paludismo y otras enfermedades.
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