La guerra de Sudán, ha provocado que, en 100 días, 4 millones de personas se hayan visto obligadas a huir de sus hogares buscando seguridad lejos de los combates. Este conflicto, que ha provocado cientos de muertes, miles de personas heridas y millones de desplazamientos, ha derivado en que la cifra de personas refugiadas y desplazadas en el mundo haya alcanzado el hito histórico de más de 110 millones, y que supone el doble que hace una década, cuando había 51,2 millones de personas desplazadas.
Hemos conocido los resultados del Informe de Tendencias Globales de ACNUR que muestra datos muy impactantes, como el hecho de que, finales de 2022, había 108,4 millones de personas refugiadas y desplazadas en el mundo.
Desgraciadamente, esa cifra no para de crecer y en lo que llevamos de año y debido principalmente a la guerra de Ucrania y a la de Sudán, la cifra ha alcanzado los 110 millones de personas desplazadas a la fuerza.
La escalada de violencia en Sudán ha convertido la crisis humanitaria del país en una auténtica catástrofe. Las cifras son devastadoras. Se calcula que 4 millones de personas han huido ya en busca de seguridad, de los cuales 2,4 millones son nuevos desplazamientos dentro del país y más de 475.000 son personas refugiadas, solicitantes de asilo y retornadas que cruzaron las fronteras con los países vecinos.
La mayoría de las personas refugiadas que buscan refugio en otros países llegan a Egipto, Chad, Sudán del Sur, República Centroafricana y Etiopía.
Antes de que estallaran los enfrentamientos en abril, Sudán era uno de los países que albergaba una de las mayores poblaciones de refugiados de África, ya que acogía, de manera generosa, a más de un millón de refugiados. Por su parte, los países vecinos también contaban con población refugiada y desplazada.
Sudán suministraba alimentos y combustible a estos países, pero este conflicto ha interrumpido el comercio, lo que ha provocado escasez y una subida drástica de los precios de artículos de primera necesidad. Por tanto, la situación que ya era grave antes del conflicto, no ha hecho más que empeorar de manera dramática y aumentar las necesidades humanitarias del país y la región.
Sudán forma parte de la región del África subsahariana, donde se encuentran algunos de los países más necesitados del mundo y que tienen algunas de las grandes emergencias humanitarias existentes. Son países donde los conflictos provocan una crisis de abastecimiento y suministros que se une al hambre y a la sequía. Estos condicionantes agravan aún más la situación de una región que es una de las grandes olvidadas en el mundo y que no suelen tener tanta atención mediática como otros lugares.
El 15 de abril de este año estallaron los conflictos entre las Fuerzas Armadas Sudanesas (SAF) y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) en Jartum, la capital de Sudán. Las SAF son unidades del ejército leales al general Abdel Fattah al-Burhan, jefe del Consejo soberano de Sudán, que gobierna el país durante la transición, y las Fuerzas de Apoyo Rápido, están dirigidas por el general Mohamed Hamdan Dagalo, jefe adjunto del Consejo.
A partir de este momento, la violencia ha provocado cientos de muertes, miles de personas heridas y por supuesto, la huida de millones de personas que están en situación de peligro y deciden desplazarse a zonas más seguras del país o directamente cruzar las fronteras a países vecinos.
La mayoría de las personas que huyen son mujeres, niñas y niños. Como es lógico en una emergencia de este tipo, estas personas llegan con hambre, sed y necesitadas de cobijo y protección. Y por supuesto, necesitan atención psicológica por haber presenciado en primera persona, en la mayoría de los casos, la violencia.
Y es que hay cientos de historias que han presenciado la violencia como Haweya, una mujer sudanesa de 25 años. Ella dormía junto a su familia cuando unos hombres armados irrumpieron en su hogar:
Foto: Colin Delfosse
“Mataron a mi esposo y una bala perdida mató a mi hijo. A mí me torturaron”.
Haweya, refugiada sudanesa.
Ella huyó a pie con su hijo de 6 años herido y después otras personas consiguieron traer al resto de sus hijos. La familia consiguió cruzar la frontera con Chad, donde han encontrado refugio.
Historias como las de Haweya son compartidas por muchas otras familias que no ven otra salida que huir de este conflicto.
Desde el comienzo del conflicto, ACNUR trabaja de manera estrecha con gobiernos y socios de toda la región para poder evaluar constantemente las necesidades de las personas que huyen, y proporcionarles protección y asistencia humanitaria. Pero el principal problema es que las operaciones necesitan más fondos y de manera urgente, ya que solo cuentan con el 15% de la financiación necesaria.
ACNUR trabaja principalmente en cuatro ejes:
De momento, y hasta que el conflicto termine, ACNUR seguirá presente para proteger y ayudar a las personas afectadas. Mientras, la situación sigue deteriorándose, el Secretario General de la ONU ha recordado a todas las partes su obligación de proteger a los civiles y ha reiterado su llamamiento para que cesen los combates y se comprometan a un cese duradero de las hostilidades. Mientras tanto, Sudán sigue necesitando ayuda urgente y no podemos dejar que caigan en el olvido.
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