La acción del ser humano está modificando las condiciones climáticas del planeta Tierra de manera cada vez más evidente. En los albores del siglo XXI, los efectos...
La acción del ser humano está modificando las condiciones climáticas del planeta Tierra de manera cada vez más evidente. En los albores del siglo XXI, los efectos de la industrialización se han hecho más que evidentes y el planeta está empezando a sufrir variaciones de incalculables consecuencias. Uno de estos cambios son los largos periodos de sequía que se están experimentando en distintas zonas del planeta y que ponen en riesgo la vida de millones de personas.
Todo parece indicar que este fenómeno no remitirá, sino que se agravará en las próximas décadas. Ante la importancia del agua para la vida se hace fundamental tomar medidas o nuestra supervivencia en el planeta, junto a la del resto de especies animales, podría estar en un peligro inminente.
El agua es el elemento natural que hace de la Tierra un planeta habitable y que permitió la aparición de la vida. Todos los seres vivos del planeta provenimos del mar y el ciclo del agua garantiza nuestra supervivencia. Estas son sus fases de manera pormenorizada:
La mayor parte del agua del planeta se encuentra en los océanos mezclada con sal, lo que la hace inútil para ser bebida por el ser humano, aunque alberga miles de especies animales y vegetales en su interior. El calor del sol produce que parte de ese agua cambie de estado líquido a gaseoso, separándose de la sal y ascendiendo hasta la atmósfera, dando comienzo al ciclo del agua.
Cuando el vapor de agua llega a la atmósfera, el cambio de temperatura hace que se condense y se formen nubes en suspensión que son desplazadas por el viento, en algunos casos hacia las zonas continentales no sumergidas.
En algunos casos, el agua condensada se acumula en forma de gotas que, cuando alcanzan cierto peso, vuelven a caer en forma de lluvia o nieve, dependiendo de la temperatura.
Cuando la precipitación se produce sobre una zona no sumergida, el agua cae en forma de lluvia hasta la superficie terrestrestre. Una vez allí, la gravedad hace que el agua descienda a través de cuencas en la superficie o bien se filtre al interior de la tierra. Si cae en forma de nieve, los cambios estacionales harán que acabe deshaciéndose y siguiendo el mismo recorrido que las lluvias.
Las cuencas superficiales o las filtraciones subterráneas se dirigirán por la fuerza de la gravedad de nuevo hasta el mar. Por el camino, habrán permitido la vida animal y vegetal a lo largo del continente.
En julio de 2010, la Asamblea General de las Naciones Unidas reconoció la importancia del agua, el derecho a su acceso y al saneamiento. Determinó que todo ser humano tiene derecho a entre 50 y 100 litros de agua segura y asequible por persona y día y que el acceso esté a menos de 1.000 metros o un máximo de media hora de su hogar.
Para tratar de lograrlo a corto plazo, el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 6 es “Garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos”. La escasez de agua afecta actualmente a más del 40% de la población mundial.
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