África es el continente con mayores índices de pobreza del mundo. Los numerosos conflictos armados, la inestabilidad política, las sequías de grandes territorios y el alto nivel de...
África es el continente con mayores índices de pobreza del mundo. Los numerosos conflictos armados, la inestabilidad política, las sequías de grandes territorios y el alto nivel de corrupción son algunas de las causas de esta situación.
Solo en lo que refiere al África subsahariana, es decir, la región en la que se encuentran los países que no limitan con el mar Mediterráneo, algunas organizaciones calculan que existen 247 millones de niños pobres que no gozan de derechos fundamentales como la educación, la alimentación, la seguridad o el acceso a la sanidad, entre otros.
O dicho de otra forma: en África, dos de cada tres niños son pobres y están en situación de extrema vulnerabilidad, especialmente si se encuentran en países donde proliferan los conflictos armados, la inestabilidad y hay situaciones de emergencia humanitaria.
En África están ubicados los 28 países más pobres del mundo, una situación que pone en peligro la supervivencia y el bienestar de los grupos sociales más vulnerables, entre ellos, las mujeres y los niños menores de 3 años. Esto contrasta enormemente con los países más ricos del mundo, entre los que no hay ninguno del continente africano.
La pobreza no es solo falta de dinero. Sus consecuencias a largo plazo pueden resultar irreversibles para las próximas generaciones de africanos, quienes están llamados a liderar un cambio para mejorar las condiciones de vida en el continente.
Los niños pobres en África se enfrentan a numerosos obstáculos en su día a día. La ausencia de recursos básicos para su supervivencia, pero sobre todo las condiciones de vulnerabilidad y el incumplimiento de sus derechos fundamentales dan lugar a otros problemas mucho más graves asociados a la pobreza:
ACNUR calcula que alrededor del 51% de los refugiados que hay en el mundo son niños. Se trata de menores que han huido de sus hogares y se han convertido en refugiados o desplazados internos en sus países de origen.
Existen muchos otros niños que no figuran en esta estadística por el hecho de no haber sido registrados en los campos de atención y acogida.
La labor de organismos como ACNUR pasa por brindar a los menores la asistencia básica en temas como atención sanitaria, seguridad, alimentación, protección y, sobre todo, educación. Este último punto es crucial para que recuperen su niñez y adquieran nuevas herramientas de supervivencia.
La educación de los niños refugiados es la mejor manera de mantenerlos al margen de los conflictos armados que sufren países como Nigeria, la República Centroafricana, Chad, Somalia y Sudán del Sur, entre otros. A la vez, es la mejor inversión de futuro para que en la edad adulta rompan el ciclo de la pobreza.
¿Sabías que el Lago Chad se descubrió en 1823 por los europeos? Era uno de los lagos más grandes del mundo, pero años más tarde, una sequía dejó el lago prácticamente seco. En los últimos años su agua se ha utilizado para regar los cultivos de la zona. Peo, desgraciadamente, la zona del Lago Chad se ha convertido en un camino de huida para miles de personas que huyen de la violencia.
La crisis humanitaria empezó por Nigeria y cada vez se ha ido extendiendo hasta el punto que hoy afecta a cuatro países: Extremo norte de Camerún, Oeste de Chad, Níger y Nigeria.
En Nigeria un total 2 millones de personas han tenido que huir del país. La situación es extremadamente peligrosa sobre todo para mujeres y niños. Las mujeres y niñas son explotadas sexualmente y los niños son forzados a ejercer de soldados o incluso utilizados como bombas suicidas.
Ayuda a los refugiados