Rasul Kulat, trabajador de ACNUR, con las beneficiarias Imelda Angud y Dairi Bansil en los escombros de la casa de Bansil, en el pueblo de Mandulog, en el norte de la isla de Mindanao.
Después de haber sobrevivido a décadas de conflicto, Imelda Anugud no podía creer que finalmente fuera la furia de la naturaleza la que destruyera su casa.
“Estábamos dormidas cuando el río empezó a inundar nuestra casa, alrededor de la medianoche”, dijo la mujer de 43 años, madre de tres hijas, al recordar cómo la tormenta tropical Washi golpeó la aldea que había sido su hogar, hace sólo una semana.
“Dejamos todo, cruzamos el río y huimos hacia las colinas”, contó la mujer aún conmocionada por lo sucedido. “Dos horas después el agua ya se había llevado nuestra casa y el puente que cruzamos para escapar”.
El miércoles apareció el primer rayo de esperanza de una pronta recuperación cuando ACNUR se convirtió en el primer organismo humanitario en entregar suministros de ayuda en la aldea de Imelda, que se encuentra en una zona rural al este de la ciudad de Iligan, en la isla de Mindanao, en el sur de Filipinas.
Esta no ha sido la primera vez que los residentes de esta comunidad moro, de religión islámica, se han visto obligados a desplazarse. En 2010 tuvieron que dejar sus casas debido a uno de los episodios más recientes del conflicto que desde hace mucho tiempo divide el Frente Moro de Liberación Islámica y el Gobierno de Filipinas. Hace apenas un mes una disputa familiar – denominadas en la isla con el término "rido", pueden alcanzar proporciones significativas – los obligó a huir de la aldea.
La Agencia de la ONU para los Refugiados empezó a trabajar con las comunidades afectadas por el conflicto en la isla de Mindanao en mayo de 2010. Inmediatamente después de la tormenta tropical Washi, ACNUR se sumó a la respuesta de las Naciones Unidas para apoyar a los organismos de ayuda gubernamentales, como agencia líder en el marco de los grupos temáticos de protección. ACNUR decidió concentrar la primera asistencia de emergencia en aquellas comunidades golpeadas dos veces, ya afectadas por el conflicto durante años y ahora también por las inundaciones.
El 23 de diciembre ACNUR empezó a enviar suministros de ayuda de su almacén de emergencia en Dubai. En un periodo de 24 horas se empezó la distribución de lonas de plástico para proveer alojamiento de emergencia a un mínimo de 10.000 personas entre los que habían perdido sus casas en las inundaciones, uno de los peores desastres de este tipo que han golpeado a Filipinas.
Entre los otros materiales distribuidos se encuentran unas 10.000 mantas, 4.000 bidones para el agua y más de 2.000 conjuntos de utensilios de cocina (ollas, sartenes, tazones, cuchillos, tazas y cubiertos), cada uno de los cuales ayudará a una familia de cinco personas a preparar sus comidas.
“Esta lona de plástico es el primer paso para reconstruir nuestras vidas y casas”, dijo la amiga y vecina de Imelda, Dairi Bansil, quien también tiene tres hijos.
Hasta el fin de semana pasado los ríos Baug y Kapai, que confluyen en esta aldea de montaña, nunca se habían desbordado, pero desde que ocurrió el desastre los deslizamientos de barro han aislado completamente a la aldea del resto del país, mientras las autoridades todavía no sabían que estas zonas habían sido afectadas.
Incluso para una comunidad que ha soportado décadas de conflicto, estas inundaciones han sido el evento más devastador que han experimentado hasta ahora. La escuela del pueblo, de tres habitaciones, fue arrancada de sus cimientos y arrastrada 100 metros.
“No sé qué vamos a hacer. Todavía estoy impactada y vivo el día a día”, dijo Dairi. “Puedo dejar el pueblo por el trauma que estoy sufriendo. Lo perdimos todo: la casa, los utensilios de cocina, la ropa. Absolutamente todo”.
La distribución de los suministros de ayuda de ACNUR es realizada por organizaciones no gubernamentales que han estado trabajando con las comunidades durante años.
"A la hora de ayudar a las comunidades a recuperarse del conflicto, ACNUR se ha centrado en financiar proyectos de impacto rápido y relativamente económicos (centros de costura, barcos de pesca equipados, pozos de agua y puestos de mercado) que involucran a toda la comunidad”, dijo Bernard Kerblat, Representante de ACNUR en Filipinas, la semana pasada. La Agencia de la ONU para los Refugiados está planeando proyectos similares para ayudar a las comunidades afectadas por las inundaciones.
También los trabajadores de ACNUR se asombraron por el nivel de las devastaciones causadas por la tormenta tropical Washi, que en Filipinas se ha llamado Sendong.
“He trabajado con las comunidades desplazadas internamente por el conflicto en Mindanao durante años”, dijo el funcionario de ACNUR Rasul Kulat. “Incluso mis parientes fueron desplazados forzosamente en el pasado. Pero estas inundaciones han causado daños más graves en los pueblos que la mayoría de los enfrentamientos armados”.
Por Arjun Jain, en Mandulog, Mindanao, Filipinas