“Nos damos prisa para darles la mejor asistencia que podemos. En poco tiempo, hemos creado un gran equipo que está motivado y deseando trabajar todas las horas que sean necesarias para atender las necesidades de las personas que están llegando” explica Alfredo, un español, padre de seis hijos, que lleva décadas trabajando en ACNUR.
Alfredo comenzó su carrera en la organización como operador de radio en la República Democrática del Congo. Desde entonces, ha trabajado en Burundi, Kenia, República Centroafricana y Kosovo, entre otros países. Su amplia experiencia le ha servido para, desde el año 2011, formar a otros trabajadores de ACNUR y prepararles para el trabajo en situaciones de emergencia.
La difícil tarea de liderar un equipo y responder a una crisis
Cuando estalló la crisis de refugiados en Europa continental, Alfredo fue destinado a la frontera entre Hungría y Serbia primero, y ahora a Croacia, donde están llegando unas 5.000 personas cada día. Allí ha montado una oficina temporal en Tovarnik, desde donde coordina el trabajo con la oficina de ACNUR en el país, la policía croata, los voluntarios y otras organizaciones en el terreno.
El equipo de Alfredo trabaja en tres turnos para garantizar que estos refugiados reciben asistencia las 24 horas del día. Está presente en los puntos de entrada de refugiados y en los centros de tránsito y les entregan a su llegada chubasqueros, mantas, agua, comida y refugio. Alfredo se encarga además de estar en constante contacto con el personal responsable de suministros para garantizar que se reponen los materiales.
Uno de los principales retos a los que se enfrenta el equipo de Croacia es la falta de coordinación entre los gobiernos, que a menudo deriva en llegadas de refugiados a lugares no previstos. La reunificación de las familias que han quedado separadas es una de las principales prioridades de Alfredo y su equipo.
“Me veo a mí mismo, a mi mujer y mis hijos en una de esas colas tratando de llegar a un lugar seguro”
Este experimentado trabajador humanitario sabe lo duro que puede llegar a ser trabajar en una situación de emergencia y lo importante que es la motivación de los equipos para dar el mejor de los resultados. Además, en el caso de la situación que se está viviendo estos meses en Europa, la solidaridad de los ciudadanos ha sido un aliciente extra para el personal de ACNUR en terreno. “Nunca he visto tanta generosidad de la población local como en esta emergencia. Las familias húngaras y croatas, por iniciativa propia, están repartiendo comida caliente y bebidas para los refugiados a lo largo de toda su ruta” explica Alfredo.
Para este español expatriado, padre de familia numerosa, no es difícil sentirse identificado con estos refugiados que están llegando a nuestro continente con sus hijos, muchos de ellos menores de cinco años. “Me veo a mí mismo, a mi mujer y a mis hijos en una de esas colas tratando de coger un autobús y llegar a un lugar seguro donde reiniciar mi vida, incluso a pesar de que mi corazón quiere ir en la dirección contraria, a casa” reconoce Alfredo.
La idea de que cualquiera de nosotros podemos convertirnos en refugiados subyace cuando se le pregunta por qué se dedica a esto. “Hago lo que puedo por ayudar, tratando a cada uno de estos refugiados con respeto, del mismo modo que me gustaría que me trataran a mí si estuviera en esa situación”.
ACNUR ha desplegado a cientos de trabajadores como Alfredo en países como Grecia, Serbia, Hungría, Italia, Austria y Croacia para atender a las cientos de miles de personas que están llegando a Europa en busca de refugio. Gracias a la dedicación de estos trabajadores y al apoyo de las personas que están donando fondos para esta crisis, ACNUR está haciendo posible que estos refugiados reciban la protección y ayuda que tanto necesitan en estos momentos.
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