Los programas de nutrición apoyados desde el Comité español de ACNUR han ayudado a distribuir 2.165 toneladas de alimentos para 100.699 refugiados, raciones de alimentos para toda la población registrada hasta junio de 2015, tratamientos de alimentación terapéutica para 6.262 menores de cinco años con procesos de desnutrición severa o moderada, o rancho alimenticio complementario para 1.621 niños mayores de cinco años con procesos de desnutrición severa o moderada. El objetivo es paliar el hambre en África.
Si no se ponía freno a esa situación, el efecto físico y mental de semejantes niveles de desnutrición sería irreversible.
14.560 €
En tratamiento F-75 para niños menores de dos años
25.560 €
En tratamiento F-100 con 25 kilocalorías adicionales por toma
En julio del año pasado, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, junto con el Programa Mundial de Alimentos, lanzaba un llamamiento especial pidiendo ayuda para más de 800.000 refugiados y desplazados africanos, cuyas raciones de alimentos se estaban viendo reducidas en hasta en un 50%. Los motivos de esta disminución en los suministros eran diversos: desde el drástico aumento de la cifra total de personas bajo el amparo de ACNUR en todo el mundo (que en 2014 alcanzaba los 42,8 millones), hasta la escalada de violencia en los conflictos de República Centroafricana y Sudán del Sur (que impedía la distribución de las raciones de alimentos con alguna garantía de seguridad). Pero, en cualquier caso, el resultado final de esta emergencia alimentaria era inaceptable: 800.000 personas veían recortadas sus raciones diarias de alimentos y, más concretamente, la ingesta calórica de 450.000 refugiados en los campos de Chad, Sudán del Sur y República Centroafricana apenas si alcanzaba las 1.000 kcal. Si no se ponía freno a esa situación, el efecto físico y mental de semejantes niveles de desnutrición sería irreversible para más de 200.000 niños.