Los efectos combinados de los conflictos y la pandemia del coronavirus podrían tener consecuencias devastadoras en los países de África Occidental y Central. La región cuenta con una de las mayores poblaciones de personas desplazadas en el continente, con un total de 9 millones: cerca de 5,6 millones de desplazados internos, 1,3 millones de personas refugiadas, 1,4 millones de retornados que continúan necesitando asistencia y 1,6 millones de personas apátridas.
La región, que vive una de las peores crisis humanitarias del mundo, se enfrenta ahora a la amena del COVID-19. El cierre de fronteras, los conflictos, las economías débiles y los sistemas sanitarios frágiles hacen que el desafío sea aún mayor. La población refugiada, las comunidades de acogida, los gobiernos y ACNUR trabajan sin descanso para hacer frente a la complicada situación.
ACNUR ha mostrado preocupación porque las medidas implementadas en la región puedan llevar a las personas que necesitan protección internacional a intentar cruzar las fronteras de maneras aún más arriesgadas y peligrosas.
El primer caso fue detectado a finales de febrero. En total, los 21 países de la región cuentan con 6.921 casos positivos confirmados, 1.879 personas recuperadas y más de 100 fallecidos por coronavirus. Por el momento, parece que solo se han visto afectadas las comunidades de acogida, pero una falta de coordinación podría provocar una rápida expansión del virus.
“La pandemia de coronavirus y la emergencia de salud pública agregarán otra capa a una crisis humanitaria y de desplazamiento ya compleja. Se necesita una acción urgente antes de que la situación se descontrole”.
Aissatou Dieng-Ndiaye, Director Adjunto para África Occidental y Central de ACNUR.
3 millones de personas se encuentran actualmente desplazadas en la región por los conflictos armados y los ataques a la población civil. 5 millones de personas sufren escasez de alimentos.
El país está recibiendo un número de desplazados sin precedentes. Actualmente hay en el país 838.548 desplazados internos y más de 21.373 refugiados. Parte de la población que huyó del campamento Goudoubo por la violencia perpetrada por grupos armados, están ahora en instalaciones para desplazados dentro del país que se encuentran saturadas. Miles de personas se encuentran en paradero desconocido. El trabajo administrativo llevado a cabo por ACNUR, como la entrega de tarjetas de identificación, se ha tenido que interrumpir.
La pandemia está dificultando aún más la entrada de ayuda humanitaria en las regiones de Tahoua, Tillabery y Diffa, castigadas por la violencia. Los reasentamientos se han suspendido temporalmente por las medidas de restricción de movimiento.
Por otro lado, el cierre de colegios afecta a más de 140 millones de niños y niñas en la región. Por eso, ACNUR está proporcionando materia escolar, como lápices y libretas, y radios. Gracias a la alianza con emisoras locales, se está dando continuidad a los programas educativos a través de radios comunitarias en todo el país.
En la foto, Zeinabou, refugiada maliense en Níger, posa con su máquina de coser. Ella y otras personas refugiadas han recibido capacitación por parte de ACNUR y están cosiendo mascarillas para evitar la propagación del virus entre la población. "Los comerciantes locales y los vecinos me pidieron que hiciera máscaras para protegerlos contra el virus. Así que fui al mercado principal y compré material".
Para evitar el contacto social se han suspendido de manera temporal las campañas sobre violencia sexual y de género, derechos humanos y cohesión social llevadas a cabo por ACNUR y sus socios. En Tombuctú y otros lugares se mantienen las actividades de sensibilización dirigidas a niños y niñas sobre derechos de la infancia y prevención del COVID.
Las tareas de registro de personas desplazadas se han reanudado después de una semana suspendidas, gracias a que algunos equipos han desarrollado nuevas herramientas para registrar personas.
Las áreas urbanas son las más afectadas por las medidas de confinamiento. Por eso, ACNUR ha abierto una línea telefónica gratuita para organizar la recepción de refugiados y solicitantes de asilo.
Trabajadores de ACNUR en terreno aseguran que la violencia de los grupos armados está obligando a las personas desplazadas a volver a sus lugares de origen, haciéndoles responsables de una posible expansión del coronavirus. El 18 de marzo de 2020, la República Centroafricana (RCA) dio la bienvenida a 149 retornados, después de años de exilio en la República Democrática del Congo. ACNUR está tomando medidas de precaución para prevenir la propagación del coronavirus. Además, ha habilitado una línea telefónica y otros mecanismos de alerta para controlar estas áreas.
En la foto, una joven centroafricana regresa a su casa. Viene del campamento de refugiados de Mole, en la República Democrática del Congo (RDC). Ha llegado en bote y ha desembarcado a orillas del río Ubangi, en Bangui. Un equipo le toma la temperatura y comprueba si tiene síntomas de COVID-19.
El gobierno ha planteado la posibilidad de que los registros se realicen mediante visitas domiciliarias en el nuevo campamento de Kouchaguine, en la ciudad de Farchana. Se están compartiendo materiales de información y de sensibilización con los líderes comunitarios. ACNUR continúa llevando a cabo actividades de protección de la infancia.
ACNUR trabaja en terreno bajo el lema “Permanecer y responder”. Los equipos en el terreno están incorporando métodos de asistencia en remoto. Se ha abierto una línea telefónica para consultas sobre recomendaciones de distanciamiento social para reducir el riesgo de contagio. La prioridad de es garantizar la seguridad y tratar de mitigar el impacto de la pandemia.
La oficina de ACNUR para África Occidental y Central cubre 21 países: Benín, Burkina Faso, Camerún, Cabo Verde, la República Centroafricana, Chad, Costa de Marfil, Guinea Ecuatorial, Gabón, Gambia, Ghana, Guinea, Guinea Bissau, Liberia, Malí, Níger, Nigeria, Santo Tomé y Príncipe, Senegal, Sierra Leona y Togo.
Se requiere más personal sanitario formado para respuesta en emergencias y unidades de tratamiento adecuadas, especialmente en áreas remotas en las que se acoge a refugiados y desplazados.
ACNUR, necesita 255 millones de dólares para hacer frente a la emergencia sanitaria por COVID-19.
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