Los asaltantes lanzaron granadas y comenzaron a abrir fuego contra la gente, en un momento en el que la iglesia daba refugio a 9.000 personas desplazadas internas. Algunas de ellas llevaban una semana cobijadas y otras desde diciembre de 2013.
ACNUR condena firmemente este ataque contra personas inocentes y pide a todas las partes del conflicto que protejan a los civiles de acuerdo al derecho internacional. Además, pide a las partes que permitan la distribución de ayuda humanitaria y el acceso sin restricciones a las personas en necesidad de protección y ayuda.