Más de la mitad de los refugiados del mundo son niños. En países africanos como Sudán del Sur, con altas tasas de natalidad y mortalidad, son el 65%. Si bien ACNUR no contempla la opción de apadrinar a un niño refugiado como tal, aquí intentamos hacer una aproximación de lo que sería dar tu apoyo a un niño refugiado.
La Agencia de la ONU para los Refugiados trabaja principalmente en contextos de emergencia: dando asistencia y protección a las personas que huyen de la violencia en sus países y suelen buscar refugio en los países vecinos (refugiados); o en otras zonas de su propio país más seguras (desplazados internos).
En situaciones así, con flujos de personas que vienen y van de un país a otro, y que podrán volver a sus casas cuando la situación sea segura en su lugar de origen, resulta especialmente difícil vincular la ayuda humanitaria a una persona concreta o prever el número de beneficiarios. Un contexto muy diferente al de las ONG dedicadas a la cooperación al desarrollo que ofrecen la posibilidad de apadrinar a un niño al tratarse de una situación estable.
Sin embargo, las donaciones de socios regulares hacen posible que ACNUR pueda estar prevenido ante una emergencia para entregar agua, comida o medicinas a miles de niños refugiados que han tenido que huir cuando estalla un conflicto. Además, en muchos casos las donaciones de los socios a ACNUR van a parar a soluciones estructurales a largo plazo, como construir pozos, hospitales, escuelas o reconstruir viviendas.
El precio medio de las raciones de comida que se entregan en los campos de ACNUR es de 1 € diario. Con esto, se proporciona a un niño refugiado una ración de 2.100 kilocalorías compuesta de cereales, proteínas y grasas.
Para niños con desnutrición, el gasto es mayor. Si son bebés de menos de 6 meses, es necesario suministrar 8 tomas diarias de leche terapéutica para que recupere peso. Un tratamiento que ronda los 20 €.
Para niños malnutridos de 6 meses a 5 años, se proporcionan 3 sobres de Plumpy Nut al día, un suplemento con base de cacahuete que permite recuperar 1 kilo en una semana. Su precio es de 1 € al día y el tiempo de tratamiento depende del peso inicial del pequeño.
El precio de vivir bajo techo varía en función del país o del tipo de refugio.
Un ejemplo de construcción muy extendida en África es el tukul, de forma circular, que utiliza materiales naturales de la zona y tiene un coste de 13 euros al año por ocupante.
En países como Chad, Etiopía, Kenia, Somalia, Uganda o Sudán, con 8 € se puede proveer a un niño de las vacunas necesarias para evitar contagios.
A pesar de que es necesaria una inversión mayor, instalar pozos o sistemas de abastecimiento de agua es, a medio plazo, más económico que la entrega de botellas de agua. Con 330 €, ACNUR puede construir un sistema de agua para una comunidad con una vida útil de 10 años.
El equipamiento para ir al colegio incluye libros de ejercicios, bolígrafos, lápices y la matrícula escolar. En países como Sudán del Sur o Yemen, donde miles de niños arriesgan su vida por ir al colegio, el coste de estos materiales es de 20 € por año escolar, un precio que muchas familias no pueden cubrir.
En invierno, los niños sirios refugiados se exponen a temperaturas de hasta -15º bajo cero. Con 59 € podemos enviar a un niño una manta térmica, chubasquero, calcetines, orejeras y zapatos que protejan de la lluvia y de la nieve.
Algo tan sencillo como una mosquitera puede evitar que un niño contraiga una enfermedad mortal y de difícil tratamiento. Su vida útil será de entre 3 y 5 años.
Con todo, el cálculo estimado para cubrir las necesidades de un niño refugiado de un país como Sudán del Sur en comida, agua, vacunas, refugio y material escolar ronda los 37 € al mes. Un precio que, tras años de guerra, muchas familias no puedan permitirse.
Ayuda a los refugiados