ACNUR acaba de publicar un informe en el que analiza las cifras de desplazamiento durante la primera parte del año. Según el documento, el número de personas que huye de la violencia, la inseguridad y los efectos de la emergencia climática supera ya los 84 millones, lo que supone un aumento considerable con respecto a los 82,4 millones de personas desplazadas a finales de 2020.
“La comunidad internacional no ha logrado prevenir la violencia, las persecuciones ni las violaciones de los derechos humanos que aún obligan a las personas a abandonar sus hogares”.
Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados.
"Todavía no ha comido. No tenemos nada que comer. Hoy no he podido encontrar trabajo", dice la abuela de Aimé Koche.
Aimé Koche, este niño centroafricano de solo cuatro años (abajo en la foto), es huérfano. Vive con su abuela en Monzo, al norte de la República Democrática del Congo. Tuvieron que huir de la provincia de Njouku, en la República Centroafricana (RCA), en diciembre de 2020, cuando surgió la violencia por las elecciones presidenciales.
No tienen ninguna fuente de ingresos y la ayuda de emergencia que reciben resulta insuficiente. Apenas pueden comer una vez al día. Aimé es uno de los cientos de nuevos niños refugiados centroafricanos a los que se les ha detectado diversas formas de desnutrición aguda.
La violencia electoral en la República Centroafricana ha desplazado este año a miles de personas hacia el norte del país. A 30 de junio, ACNUR y el gobierno de la RDC habían registrado más de 71.800 refugiados centroafricanos. La mayoría son mujeres, niños y personas con necesidades especiales.
Las personas refugiadas viven en condiciones precarias muy cerca del río Ubangi, que separa la RCA de la RDC. ACNUR y sus socios han identificado a cientos de niños que sufren desnutrición aguda grave. La mayoría de estos niños viven con abuelos o familiares mayores que apenas pueden cuidar de sí mismos.
Como Aimé y su abuela, ciento de miles de personas en todo el mundo han cruzado alguna frontera en busca de seguridad durante el primer semestre del año. La cifra de refugiados ha llegado casi a los 21 millones, 172.000 personas más con respecto a finales de 2020.
Además, el número de venezolanos desplazados en el extranjero aumentó en 82.000 con respecto a 2020.
68 %
de las personas refugiadas provienen de cinco países: Siria, Venezuela, Afganistán, Sudán del Sur y Myanmar.
85 %
de las personas refugiadas en el mundo son acogidos por países en desarrollo.
73 %
de las personas refugiadas viven en países vecinos.
Najiba no es su nombre verdadero. Tiene que ocultarlo por motivos de protección. Esta afgana de 22 años está desplazada en Kabul. En la foto, consuela a su hijo Roshan (tampoco es su nombre real), que tiene 43 días de vida y sufre desnutrición. Según fuentes de la ONU, 14 millones de personas en Afganistán padecen inseguridad alimentaria aguda y se calcula que 3,2 millones de niños menores de cinco años sufrirán desnutrición aguda a finales de año.
En la foto, más abajo, mujeres y niños piden pan frente a una panadería en Kabul. Con la economía maltrecha y el aumento del hambre, el número de personas que mendigan por las calles de Kabul crece cada día. Casi 50.000 afganos de otras partes del país se encuentran desplazados en Kabul y están desesperados por recibir ayuda antes de que llegue el invierno.
“Los efectos del cambio climático están agravando las vulnerabilidades existentes en muchas áreas que acogen a personas desplazadas a la fuerza”.
Filippo Grandi.
En los primeros seis meses de 2021 se presentaron 554.000 nuevas solicitudes de asilo en el mundo, hasta alcanzar los 4,4 millones. Esa cifra sigue siendo significativamente inferior a los niveles anteriores a COVID-19 en 2019. Las restricciones relacionadas con la pandemia siguen teniendo un gran impacto en el acceso al asilo y al territorio.
Estados Unidos fue el mayor receptor de nuevas solicitudes (72.900), seguido de Alemania (58.900), México (51.700), la República Democrática del Congo (46.200) y Francia (36.500).
Las soluciones duraderas para las poblaciones desplazadas todavía escasean. De hecho, en la primera mitad del año lograron volver a casa poco menos de un millón de personas desplazadas internas y 126.700 personas refugiadas. Otras 16.300 personas fueron reasentadas en terceros países, lo que supone un descenso con respecto a años anteriores.
En la foto, familias desplazadas por la violencia en Sudán del Sur regresan a su hogar en la ciudad de Baliet, en el estado del Alto Nilo, con la ayuda de ACNUR.
Aizhan Mukanova (pañuelo naranja) está sentada en el salón de su casa, en Chubarsu, Kazajstán. Como ella, muchas personas en Asia Central son apátridas como resultado de la disolución de la Unión Soviética en 1991. "A veces mi hija se pone enferma y no puedo ir al médico. Cuando nació, fuimos a Shymkent para hacer la revisión que todos los recién nacidos deben hacerse una vez cada dos o tres meses, pero no pudimos hacerla en un hospital público. Tenemos que recurrir a médicos privados". Ella y su familia ya han iniciado los trámites para obtener la ciudadanía kazaja. Millones de personas en todo el mundo no poseen una nacionalidad y, como consecuencia, no tienen acceso a los derechos básicos.
Según los datos a los que tiene acceso ACNUR, en la actualidad hay 4,3 millones de personas apátridas, prácticamente la misma cifra que a finales de 2020. Muchos países no proporcionan datos sobre apatridia, por lo que la cifra es, probablemente, superior.
Las mayores poblaciones de apátridas a mediados de 2021 se registraron en Costa de Marfil (953.000), Bangladesh (889.000 refugiados), Myanmar (600.000) y Tailandia (554.100).
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