Cada año, decenas de trabajadores humanitarios pierden su vida intentando salvar otras y se enfrentan a la frustración de no poder proporcionar suficientes medicinas, comida o refugios para familias obligadas a huir. La falta de recursos en las emergencias más olvidadas ha convertido su día a día en una constante de decisiones de vida o muerte.
Aunque los trabajos humanitarios se asocian a menudo con voluntariados, la realidad en terreno, especialmente en contextos de emergencias y guerras, es que la necesidad de personal altamente cualificado es esencial para garantizar la seguridad de poblaciones enteras.
Sometidos a altos niveles de estrés, falta de sueño y teniendo que tomar decisiones de vida o muerte en cuestión de segundos, los futuros cooperantes de ACNUR se preparan con simulacros en Senegal, donde el ejército les ayuda recrear las condiciones extremas en las que se verán envueltos.
En el día de la ayuda humanitaria, ACNUR quiso rendir tributo a la labor diaria de todos aquellos que se juegan la vida por ayudar a los demás y se ven ante la tesitura de tomar decisiones de vida o muerte.
Filippo Grandi, Alto Comisionado, honraba con sus palabras y un minuto de silencio a los valientes trabajadores que arriesgan sus vidas para proteger a los más vulnerables, además de enfrentar difíciles decisiones en situación de peligro como, aseguraba, “cada vez que tienen que poner su criterio entre la vida y la muerte”. Grandi destacaba el compromiso de ACNUR por “proteger al personal que trabaja en lugares peligrosos”.
El año pasado, más de 300 cooperantes fueron víctimas de ataques, violaciones y secuestros en países como Sudán del Sur, Siria, Nigeria, República Centroafricana o Bangladesh. Allí tuvieron lugar la mayor parte de los 179 asesinatos a trabajadores humanitarios que perdieron su vida intentando salvar la de los demás.
Dentro de la Agencia de la ONU para los Refugiados, la unidad de seguridad establecida hace 25 años trabaja para proteger al personal humanitario. Según palabras de Grandi: “El entorno sigue siendo muy desafiante, pero el impacto de estos riesgos se mitiga por la creciente sensibilización entre compañeros y las medidas de seguridad”.
En un año en el que el número de personas forzadas a huir de persecuciones, guerras y conflictos alcanza su máximo histórico, la labor de los trabajadores humanitarios es más importante que nunca.
En Sudán del Sur, donde han comenzado las negociaciones por la paz, se registraron la mayor parte de los ataques mortales, con 28 muertos entre el personal humanitario.
Además, el creciente número de secuestros, 141 en el año pasado, ataques y saqueos de bienes humanitarios, impactan en el trabajo de ACNUR y otras organizaciones que se ven forzadas a “extraer personal y reducir su presencia dados los extensos daños y nuevas amenazas”.
El Día Mundial de la Asistencia Humanitaria, establecido por la ONU para honrar a los 22 trabajadores humanitarios que perdieron la vida en el bombardeo de la sede de Bagdad hace 15 años, ACNUR pedía una mejor protección de civiles, trabajadores humanitarios y trabajadores sanitarios, instando a los líderes mundiales a mejorar su trabajo de protección de civiles en las zonas de conflicto.
“Piensa en aquellos para quienes la inseguridad no es la característica principal de sus vidas”.
Filippo Grandi, Alto Comisionado de ACNUR.
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