En un comunicado hecho público en Bangui, dijo que estaba preocupado porque “cerca de medio millón de centroafricanos han sido desplazados por los combates y la violencia generalizada sólo desde diciembre. En total, 2,5 millones de personas necesitan ayuda desesperadamente”. Guterres añadió que “la limpieza étnico-religiosa masiva continúa” y que todo esto era aún más trágico teniendo en cuenta la tradición de coexistencia pacífica entre musulmanes y cristianos en el país durante siglos.
El Alto Comisionado, que se encontró con desplazados musulmanes y cristianos en Bangui, así como con congoleños repatriados, líderes religiosos, altos cargos del gobierno, personal internacional de mantenimiento de la paz, diplomáticos y socios humanitarios durante su visita, pidió a la comunidad internacional que actúe urgentemente para ayudar a construir una paz duradera y estable en la República Centroafricana.
“La República Centroafricana está quedando relegada de la atención internacional y no se puede permitir que esto ocurra. El país necesita la misma atención que se está poniendo en Siria y Sudán del Sur", dijo el Alto Comisionado, que pidió específicamente que aumente el número de tropas y policía en la capital, Bangui, y en otras zonas del país.
El conflicto en RCA se agravó en diciembre de 2012, cuando la coalición rebelde seleka comenzó una lucha con el gobierno que acabó con la toma de la capital y la expulsión del presidente François Bozizé en marzo del año pasado. Meses de brutalidad contra los civiles se sucedieron antes de que estallara un conflicto a gran escala de nuevo en diciembre entre la mayoría predominante musulmana seleka y las milicias cristianas antibalaka. Este conflicto ha estado marcado por los ataques contra personas en función de su confesión religiosa, lo que ha provocado un desplazamiento masivo de población.
Condenando los “asesinatos y masacres indiscriminados”, Guterres señaló que decenas de miles de personas están huyendo a países vecinos mientras que otras se encuentran atrapadas. También añadió que “la limpieza étnico-religiosa masiva continúa”.
El Alto Comisionado declaró que el país necesita ayuda internacional porque, aunque se acaba de formar un gobierno, “todavía no puede proteger de forma efectiva a sus ciudadanos. Es esencial que se restablezca la seguridad, la ley y el orden”.
En su comunicado y durante unas conversaciones mantenidas el martes con líderes cristianos y musulmanes, Guterres subrayó la importancia de restaurar la armonía. “Actuando de manera concertada, sobre todo con el apoyo de los líderes religiosos, todos los actores deben promover la mediación y allanar el camino para la restauración de la paz y una reconciliación sostenible”, destacó.
ACNUR ha estado reforzando la colaboración con los líderes religiosos, que son clave para proteger a las poblaciones en riesgo y para combatir la intolerancia religiosa. Sin embargo, estos mismos líderes, o al menos muchos de ellos, están siendo amenazados por sus acciones.
El martes, Guterres y el Ministro de Defensa francés, Jean-Yves Le Drian, inauguraron un refugio nocturno comunitario en el volátil distrito 5 de Bangui. Muchas personas de la zona se quedan en casa durante el día pero se sienten inseguros por la noche y buscan refugio en otros lugares. Este proyecto, ejecutado por ACNUR y su socio ACTED, permite a la gente quedarse en un espacio cercano a sus casas y seguro.
“Tenemos mucho miedo de volver por la noche cuando oímos los disparos y los gritos. Pero al mismo tiempo, estamos cansados de vivir en estas terribles condiciones. Esperamos que este centro nos ayude a encontrar el camino a casa”, dijo un líder comunitario a los visitantes.
Después Guterres visitó el gran asentamiento que surgió en diciembre en el aeropuerto de de Mpoko, en Bangui, donde ahora se estima que viven unas 100.000 personas. Casi la mitad de ellos provienen del distrito 5. El Alto Comisionado se encontró con las comunidades cristianas y musulmanas durante su visita antes de participar en la despedida de un grupo de refugiados congoleños que se repatriaban y que estaban esperando para cruzar el río Oubangui hacia la República Democrática del Congo.
En el aeropuerto, la viuda Zainaba contaba que había llegado allí con sus cuatro hijos hacía 10 días después de un terrible sufrimiento. “He perdido todo: mi hogar, mi identidad. Mis niños duermen en el suelo”, explicó a Guterres. “Necesitamos su ayuda, necesitamos seguridad. Vivimos con miedo constante a ser asesinados”.
El Alto Comisionado también se encontró con el personal de ACNUR y elogió a los trabajadores humanitarios por todo lo que han hecho en la República Centroafricana bajo circunstancias tan extremas. “Todos estamos afrontando una dramática escasez de fondos. Nuestros recursos están al límite y la capacidad para hacer más está siendo obstaculizada”, dijo, haciendo otro claro llamamiento a la comunidad de donantes para que aumenten su ayuda.
Ayuda a los refugiados