Cuando llegaste a Nepal ¿con qué te encontraste? ¿Cuál era la situación de la gente?
Llegué a Nepal unos días después de que el primer terremoto asolara el país. Las calles parecían ríos de escombros mientras la ciudad parecía despertar poco a poco de la pesadilla. Los afectados se mezclaban con el bullicio de los equipos de rescate, mientras los esqueletos de los edificios acompañaban a los turistas y curiosos que se acercaban a contemplar los siglos de historia borrados de un plumazo. Ruido, polvo, voluntarios trabajando, heridos, escombros, reflejos perdidos de una cultura milenaria: la sombra del terremoto envolvía a Nepal en una atmósfera post apocalíptica… y en medio de la vorágine un sentimiento que empapaba cada poro de Nepal: resiliencia.
Has estado acompañando durante una semana a los trabajadores de ACNUR. ¿Cuál es el trabajo que está haciendo ACNUR? ¿Cómo está ayudando a los nepalíes?
ACNUR está llegando a zonas remotas para poder brindar a los afectados por el terremoto lonas plásticas y lámparas solares. Si bien, mucha ayuda se ha centrado en Katmandú y en zonas de fácil acceso, los nepalíes que viven en las zonas rurales, tienen que resistir sin casas, electricidad, mantas… Por ello, los equipos de ACNUR trabajan las 24 horas para poder coordinar que las ayudas lleguen a las zonas afectadas. A pesar de las adversidades, los difíciles accesos a las zonas afectadas y el colapso del país, ACNUR está llegando y cuenta con un gran equipo humano. Lo que hace ACNUR está ayudando a mucha gente.
¿Cómo viviste el segundo terremoto?
Viví el segundo terremoto en una carretera de montaña tras haber pasado la noche con el equipo de ACNUR en un establo que servía de refugio improvisado a una familia nepalí. La tierra se puso a temblar al mediodía. De repente, treinta segundos se convirtieron en toda una eternidad. En las zonas rurales, el silencio del temblor dio paso a los gritos de desesperación de los nepalíes. Sus voces recorrían los valles y se perdían entre los escombros de sus antiguas casas destrozadas por el primer terremoto.
¿Cuál es la principal necesidad de los nepalíes? ¿Y ahora que en breve llega el monzón?
Los nepalíes tienen que hacer frente a unos de los peores y más salvajes seísmos que han azotado su país. Una inmensa mayoría se ha quedado sin casa, sin trabajo, los niños no pueden ir a las escuelas. El difícil acceso a las zonas rurales remotas hace que la ayuda llegue a cuentagotas y que se dilate en el tiempo bajo la alargada sombra del monzón. Carreteras destruidas, océanos de destrucción, el país colapsado… El tiempo corre en contra de los nepalíes.
Cuéntanos alguna experiencia, testimonio o historia que te haya impactado.
En cada esquina, en cada aliento, las historias de superación se suceden una tras otra. El terremoto no ha hecho mella en los corazones de los nepalíes y cada testimonio desprende una luz cegadora llena de esperanza.
Una de las historias que tardaré en olvidar es la de Sita Sunar. Durante dos días fui testigo de su día a día, los trabajadores de ACNUR y yo compartimos con su familia comida, techo y sus historias personales. Fuimos uno más en su familia. Sita, de 55 años, vive en un establo que en el pueblo de Lauki, ubicado en el distrito de Noalkot en Nepal. Pertenece a la comunidad Dalit, una comunidad explotada y discriminada por razones de casta. Madre de 5 hijos, perdió a su marido hace unos años por una infección en la pierna.
“Nunca había experimentado una sensación así. El terremoto fue demoledor y me asustó mucho. Por un momento, parecía que estaba saltando en el aire, y después la oscuridad envolvió a la tierra. Ruido, polvo, miedo, caos… no sabía cuándo iba a acabar. Y por supuesto, mi casa quedó destruida. Ahora sólo pienso en mis hijos y nietos. Gracias a ACNUR tenemos luz y podemos empezar de nuevo. Las ayudas en las zonas rurales tardan en llegar y el monzón pronto llegará. ¿Pero adónde ir? No tengo nada. Sólo podemos esperar y sobrevivir a esta pesadilla”.
Tú también puedes ayudar a los nepalíes que lo han perdido todo. Colabora con ACNUR.