Hasta el momento, ACNUR ha recibido solo el 49 %, 4.500 millones de dólares, de los 9.100 millones que necesita para sus operaciones a nivel global este año. Las consecuencias del déficit de financiación son especialmente devastadoras en los países de ingresos bajos y medianos, que actualmente albergan a más del 85% de las personas refugiadas del mundo.
Un informe de ACNUR alerta sobre las consecuencias de la falta de financiación en muchas de las emergencias actuales.
Millones de personas están en situación límite. Muchas operaciones humanitarias ya han tenido que ser suspendidas ante la falta de fondos. Otros servicios básicos pueden verse interrumpidos, cancelados o reducidos si no se reciben fondos pronto. Están en juego la salud, la educación, la protección infantil y a víctimas de la violencia sexual y de género y los servicios de agua, saneamiento e higiene de miles de personas desplazadas.
Por ejemplo, en algunos asentamientos en Uganda se han tenido que reducir los servicios de protección infantil y de atención psicosocial para refugiados de Sudán del Sur. Si disminuye en el número de trabajadores sociales, muchos niños y niñas que se encuentran en situación de riesgo dejarán de recibir seguimiento domiciliario.
El informe afirma que la pandemia de COVID-19 ha sido una “fuerza multiplicadora” y está aumentando las necesidades de la población desplazada y refugiada, especialmente en los países de ingresos bajos, que acogen a la mayoría de los desplazados.
La pandemia está desestabilizando sectores enteros de la economía y ha dejado a muchas personas, que ya dependían de ingresos inestables, en una situación crítica. Además, la emergencia sanitaria ha aumentado los desplazamientos internos y reducido el acceso al asilo.
En algunos casos, la falta de fondos se debe a las nuevas necesidades derivadas de la pandemia, pero en otros son anteriores. En este sentido, se alerta del impacto que la financiación insuficiente de manera crónica puede tener en las vidas de las poblaciones desplazadas y las comunidades de acogida.
Ante esta situación, ACNUR ya ha tomado medidas para invertir más en áreas clave, como la salud pública. Para contrarrestar las consecuencias económicas, ha aumentado las ayudas en efectivo, que pueden cubrir gastos de alquiler, comida y otras necesidades básicas. Ante la emergencia sanitaria, ACNUR está reforzando y reevaluando los servicios de agua, saneamiento e higiene y la capacidad de los refugios.
Además de la financiación adicional, ACNUR pide flexibilidad a los donantes cuando se realicen contribuciones para que los recursos puedan destinarse a las situaciones donde las necesidades sean mayores.
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