Desde agosto de 2016, el levantamiento de la milicia Kamwina Nsapu en la República Democrática del Congo ha obligado a huir a más de un millón de personas, arrasando sus casas y destruyendo sus medios de vida. Elena, una joven superviviente, relata la sobrecogedora historia de cómo los tatuajes tribales que lleva le salvaron la vida.
Cuando los miembros de las milicias atacaron su aldea en la República Democrática del Congo, Elena echó a correr junto a su familia. Tras ellos, el humo y las llamas eran lo único que quedaba de las que eran sus casas y las milicias se abrían paso para masacrar a quienes habían sobrevivido.
De pronto, Elena notó cómo unas manos fuertes la cogían por la espalda y pensó que había llegado su final. El hombre que la agarraba sacó su machete mientras ella pedía que le perdonara la vida. Entonces, algo inimaginable sucedió.
“El me susurró que lo escuchara. Me reconoció por unos tatuajes tribales que tengo en el cuerpo y supo que pertenecía a la tribu Chokwe. Él también formaba parte de ella”, cuenta Elena.
Al descubrir que la joven formaba parte de la misma tribu que él, gracias a los tatuajes tribales marcados en su cuerpo, el hombre decidió dejarla escapar. Para no ser descubierto por el resto de la milicia, golpeó sus pies con el mango de su machete y le indicó la dirección en la que debía correr para evitar a las milicias. Elena no podía creer que le salvase la vida.
“Aunque me golpeó, siempre estaré agradecida con él por no matarme y permitirme reunirme con mi familia. Eso es lo que pone una sonrisa en mi cara, a pesar del dolor de mis pies”, dice Elena, a quien los tatuajes tribales le salvaron la vida.
Una vez en el bosque, Elena pudo reencontrarse con otros miembros de su familia. Juntos, huyeron hasta Angola, donde viven refugiados a la espera de ser reasentados en Canadá con ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados.
A finales de abril de 2017, ya eran 20.000 las personas de la región que habían huido hasta el país vecino buscando protección. Allí, historias como la de Elena se cuentan de unos a otros entre los supervivientes. Todas hablan de las ejecuciones masivas de la milicia Kamwina Nsapu contra quienes creen que apoyan al gobierno del país.
ACNUR trabaja junto al Gobierno y otras agencias para crear nuevos campos de refugiados y dar soluciones duraderas a las víctimas de la situación. Asis Das, el oficial de ACNUR que lidera el equipo de respuesta a la emergencia, cuenta que ya se han identificado tres puntos a casi 100 kilómetros de la frontera, donde esperan crear alojamientos habitables lo antes posible.
A medida que el número de refugiados crece, ACNUR y el Programa Mundial de Alimentos trabajan para entregar comida a los recién llegados, pero las necesidades de financiación aumentan en una emergencia con sólo un 13% del dinero recaudado.