Mientras las ciudades sirias de Alepo, Homs y Damasco copan los titulares, sus víctimas se esconden en lugares como Qudsaya. Miles de desplazados forzosos pasarán el frío invierno en esta ciudad siria, a pocos kilómetros de la capital.
Mantener el calor en un apartamento de 100 metros cuadrados, sin paredes y con el suelo sucio durante el duro invierno sirio no es fácil para Aisha, una mujer de 70 años que vive en un edificio en construcción. Éste se ha convertido en refugio para los desplazados internos que llegaron a esta ciudad siria sin suministros a causa de la guerra.
“Quemo plástico y cartones para conseguir algo que me caliente durante el invierno”, dice la anciana que huyó de su casa en las afueras de Damasco hace 5 años con sus dos hijas y sus tres nietos después de que los combates empezaran.
Es sólo una de los millones de personas afectadas por la guerra en Siria que tienen que afrontar, junto a sus familias, los duros meses de invierno cuando las temperaturas cruzan el umbral de los 0º y caen la mayor parte de las lluvias en la región, a casi 800 metros de altura sobre el nivel del mar.
“Apenas sobrevivimos aquí. No tenemos ni siquiera ropas cálidas para afrontar este tiempo”, cuenta Aisha en una habitación sin reformar con olor a humedad.
A ella y a tantos otros desplazados no les dio tiempo a recoger su ropa antes de huir de los bombardeos y oleadas de violencia que se producen en la ciudad siria de Damasco desde hace años.
Cuando los bombardeos estallaron en la ciudad siria de Qudsaya hace 3 años, Nabeel y sus tres hijos huyeron de su casa. Al volver, la encontraron incendiada y saqueada. “Dejamos nuestra casa con prisa, sin llevarnos nada con nosotros y cuando volvimos todo estaba quemado”, cuenta el desplazado sirio.
Desde entonces, su vida se volvió más difícil: perdió su trabajo en Damasco cuando comenzaron las restricciones para ir y volver de Qudsaya y su familia se vio afectada por la subida de los precios de la comida.
“En tres años, he recibido ayuda humanitaria 2 veces. Eso no es suficiente, es como una gota en un océano” dice Nabeel, que sobrevive rebuscando en la basura.
Para ayudar a que los millones de refugiados como Aisha y Nabeel reciban ayuda este invierno, la Agencia de la ONU para los refugiados ha empezado a entregar ayuda en la región de Oriente Medio como parte del Plan de invierno de ACNUR en Siria e Irak, pero se necesita más financiación para poder llegar a todos, desplazados y refugiados en países como Turquía o Jordania.
“En una situación como ésta, cualquier cosa puede ayudarnos a sobrevivir”, afirma Aisha.
Todavía hacen falta 80 millones de dólares para evitar que refugiados y desplazados mueran de frío este invierno.
Ayuda a los refugiados