El número de personas refugiadas en los países de la zona asciende ahora a 410.000. La mayoría de los refugiados en la región han huido de la violencia en Malí, donde el conflicto comenzó en enero de 2012.
La situación humanitaria en la zona se deteriora rápidamente. La combinación de conflicto, pandemia y crisis climática está aumentando los niveles de pobreza. Los tres países del Sahel Central -Burkina Faso, Malí y Níger- han sido los más afectados por la violencia y los desplazamientos.
Se trata de una compleja crisis humanitaria y de protección en una región que lleva mucho tiempo sufriendo la violencia, la inseguridad alimentaria, las devastadoras consecuencias del cambio climático y ahora la COVID-19. Por eso la región del Sahel es también uno de los entornos operativos más difíciles de ACNUR en todo el mundo.
Según Martin Griffiths, coordinador de Ayuda de Emergencia de la ONU, casi 15 millones de personas en Malí, Níger y Burkina Faso necesitarán asistencia humanitaria este año. Eso es cuatro millones de personas más que un año antes.
Las mujeres y los niños se llevan la peor parte de la crisis humanitaria en el Sahel. En toda la región, la violencia sexual, los abusos y la explotación, los matrimonios forzados y precoces y la trata de personas se han generalizado.
8 millones
de personas padecerán hambre en la región en los próximos meses, según estimaciones de la ONU.
15 millones
de personas necesitarán asistencia en la región en 2022, según la ONU.
La del Sahel es hoy la crisis de desplazamiento de más rápido crecimiento en el mundo. La violencia generalizada en la región ha provocado un aumento vertiginoso del desplazamiento forzado que no parece que vaya a disminuir. Los ataques contra la población civil y las fuerzas de seguridad no cesan. En 2022, se espera que más familias huyan de sus hogares.
Entre 2015 y 2021, los ataques violentos en el Sahel central se multiplicaron por ocho, según la ONU. En el mismo período, el número de muertes se multiplicó por más de diez.
Según las últimas estimaciones, el número de personas que se enfrentan a inseguridad alimentaria aguda se ha triplicado en Malí y se ha duplicado en Níger en comparación con noviembre de 2020.
Se espera que más de ocho millones padezcan hambre en la región en los próximos meses, según la ONU.
800 ataques
al año perpetrados por grupos armados.
450.000
personas obligadas a desplazarse dentro de sus países.
36.000
personas obligadas a huir a países vecinos.
1,5 millones
de desplazados internos a finales de 2021.
6 de cada 10
desplazados en el Sahel son burkineses.
La desplazada interna Hawa Sawadoga, de 57 años, estaba en su casa en Boukoum, Burkina Faso, cuando hombres armados atacaron su casa y mataron a su esposo y a su hermano menor frente a ella.
“Estoy tan traumatizada que ni siquiera puedo recordar lo que pasó. Ni siquiera sé lo que estoy diciendo”.
Hawa.
↑ un 53 %
el número de desplazados internos en las regiones de Tillaberi y Tahoua, en Níger.
↑ un 30 %
el número de desplazados internos en Mali, hasta alcanzar los 400.000.
Cerca del 80 % de la población de Burkina Faso depende de la agricultura de subsistencia; el algodón es el principal cultivo comercial. El deterioro de la seguridad, unido a la dificultad de llegar a ciertas regiones, ha complicado el acceso a los mercados y a los campos, y ha afectado gravemente a los medios de vida y a las actividades agrícolas.
Níger, Malí y Burkina Faso están luchando para hacer frente a los numerosos grupos militantes que se desplazan entre los tres países. Esta amenaza obliga a la población a abandonar sus hogares y, además, priva a las comunidades más vulnerables de los servicios básicos fundamentales, ya que los grupos armados atacan directamente a las escuelas, los centros de salud y otras infraestructuras.
Según la ONU, más de 5.000 escuelas están cerradas o no operativas. Muchos centros de salud no están funcionando. El desplazamiento y el aumento de la inseguridad han interrumpido el acceso a los servicios de agua, saneamiento e higiene.
Salamata (abajo en la foto) es una de las afectadas por el cierre de escuelas. Tiene 17 años y hace más de tres que no asiste a la escuela. En la foto, sostiene a su bebé. Cuando este ríe, a ella se le iluminan los ojos. Pero cuando se le pregunta por la escuela, le invade la tristeza.
Además, la crisis sanitaria mundial y las medidas adoptadas para limitar la propagación del virus COVID-19 han tenido un fuerte impacto en el contexto operativo, retrasando la asistencia y limitando las oportunidades de subsistencia.
El Sahel es una de las regiones más afectadas por el cambio climático en el mundo. El aumento de las temperaturas en la región es 1,5 veces superior a la media mundial. Las inundaciones y las sequías son cada vez más frecuentes e intensas. La tierra cultivable se está reduciendo a un ritmo alarmante. Como resultado, hay una tremenda falta de alimentos y agua. Esto provoca tensiones y puede exacerbar los conflictos existentes.
80 %
de las tierras de cultivo afectadas por el calentamiento global.
↑ temperaturas
es 1,5 veces superior a la media mundial.
En Burkina Faso, por ejemplo, algunos de los peores actos de violencia y desplazamientos se han producido en las zonas más afectadas por la sequía. En Níger, las inundaciones del año pasado afectaron gravemente a los desplazados y a sus comunidades de acogida. La crisis climática multiplica las amenazas de conflictos y genera inestabilidad.
Según el Banco Mundial, la cría de ganado en el Sahel constituye un medio de subsistencia para más de 20 millones de personas que migran cada año en busca de agua y pastos para sus animales. La sequía de 2010 fue particularmente difícil. Se estima que en Níger mató más de 4,8 millones de cabezas de ganado, aproximadamente el 25 % del total, lo que representó una pérdida de más de 700 millones dólares para la economía del país.
Sambo Maiga, un burkinés de 49 años, recuerda con nostalgia la tierra que solía cultivar en la aldea de Taouremba. En su granja tenía ovejas y cabras y varios cultivos, gracias a los cuales podían alimentarse él y su familia. Pero pronto todo cambió. Los árboles murieron, el prado donde sus animales pastaban se secó y las cosechas de sus campos se volvieron cada vez más escasas.
“La tierra ya no es fértil como antes”.
Sambo.
ACNUR ayuda a las familias desplazadas a estar mejor preparadas para crisis climática, proporcionando refugios y reforzando los ya existentes con sacos de arena y lonas de plástico. La agencia también trabaja para reubicar en lugares más seguros a las familias que viven en zonas propensas a inundaciones.
Las comunidades de acogida han seguido dando muestras de generosidad, resiliencia y solidaridad, acogiendo a las familias desplazadas pese a sus escasos recursos. Sin embargo, muchas de estas comunidades también se ven afectadas por la violencia y la pobreza y están al límite de sus posibilidades.
Lambda (nombre ficticio por motivos de protección), de 85 años, recuerda la tristeza que sintió cuando vio por primera vez grupos de personas desplazadas que llegaban a su ciudad, Tougouri, en Burkina Faso. Había oído hablar de ataques armados en la región y de historias de pueblos enteros destruidos.
Ante lo que está pasando en el Sahel, este funcionario jubilado y padre de siete hijos hizo lo que cree que habría hecho cualquiera: abrirles las puertas de su casa.
“Son seres humanos como yo, y lo que están pasando puede pasarme a mí también. No podía soportar verlos dormir a la intemperie a merced del frío y el polvo”. Lambda.
Lambda.
En este contexto extremadamente difícil y volátil, ACNUR lanzará una estrategia revisada en 2022 para estructurar su respuesta en el Sahel. Continuará proporcionando refugios y artículos básicos de emergencia, educación y ayudas para combatir los efectos de la crisis climática, así como para prevenir y responder a la violencia de género.
La Agencia también se asegurará de que la respuesta humanitaria se complemente con intervenciones a más largo plazo.
En 2021 quedaron sin cubrir más de un tercio de los fondos que necesitaba ACNUR en el Sahel Central. Para poder organizar una respuesta eficaz en 2022 en Burkina Faso, Níger y Malí, ACNUR necesita 307 millones de dólares.
Ayuda a los refugiados