A pesar del avance de las fuerzas del gobierno y de los rumores del fin de una guerra a punto de cumplir los 8 años, la situación para los civiles sirios ha empeorado en los últimos meses. Ahora, a los muertos de la guerra se suman los muertos del frío invierno. Los de las riadas de agua en un refugio de plástico. Los de la pobreza en Líbano. O los muertos por falta de la atención médica para cinco millones de refugiados tras ocho años de guerra.
En la frontera entre Siria y Turquía, el último bastión del Estado Islámico, los rumores del fin de la guerra en Siria son lo único a lo que agarrarse para miles de familias.
Desde la aldea de Baghouz, más de 5.000 personas huyeron entre el martes y el miércoles pasado. Aunque las Fuerzas Democráticas de Siria aseguran que esperarán a que todos los civiles hayan sido evacuados para el asalto final, no todos han sido capaces de aguantar el asedio. Débiles, cansados, hambrientos, casi 100 personas han muerto en el camino o al poco de llegar al campamento de Al-Hol en los últimos tres meses. La mayoría, mujeres y niños que no pudieron esperar a que la guerra terminara.
En el campamento de Al-Hol gestionado por ACNUR, más de 62.000 sirios se refugian de la batalla. Son muchos más del límite de las capacidades del campamento.
Hay cosas en las que todas las guerras se parecen. No importa el lugar, los niños serán los más damnificados. Los que se queden solos. Los que pierdan a sus padres. Los que vean truncado su futuro por no poder ir al colegio. Los primeros en sufrir desnutrición cuando la comida escasea. Los que peor soporten el frío. O los que no conozcan otro hogar que la violencia.
En Siria, más de 3 millones de niños no se llamaban Aylan. Y los que sí, tampoco llegaron a salir en el periódico. Aunque cuando la foto del pequeño en la playa dio la vuelta al mundo parecía que algo podía cambiar, el trágico destino para miles de niños de la guerra en Siria ha seguido su cauce.
Por los que murieron, solo podemos guardar recuerdo. Por los que viven, hoy estamos a tiempo de darles un futuro diferente.
Mientras cientos de personas siguen huyendo en el norte del país y desbordan las capacidades del campamento de Al-Hol, las necesidades crecen y los fondos no llegan.
En países como Egipto, el 85% de los refugiados sirios no son capaces de satisfacer sus necesidades más básicas. Además, 700.000 niños siguen sin escolarizar en los países de acogida (Líbano, Jordania, Turquía, Irak y Egipto) y en 2018, apenas se pudieron dar la mitad de las consultas de salud primarias necesarias ante la falta de presupuesto.
Con 15 € puedes dar asistencia médica para un niño sirio.
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