La gran explosión que tuvo lugar el 4 de agosto en el puerto de Beirut devastó la ciudad y mató, al menos, a 178 personas. Otras 6.500 resultaron heridas. Más de 300.000 personas han perdido sus hogares. Varios hospitales, que ya estaban sobrepasados por el aumento de los contagios por COVID-19 en las últimas semanas, también han sido destruidos o están gravemente dañados. Muchos refugiados que gviven en Beirut han unido sus fuerzas con sus vecinos libaneses para empezar organizar la respuesta. Los refugiados también se encuentran entre las personas desaparecidas y víctimas de este dramático suceso: 14 fallecidos, 250 heridos y más de 60 desaparecidos.
El país alberga a la mayor proporción de población refugiada del mundo con respecto a su número de habitantes. Hay 900.000 refugiados sirios registrados oficialmente, aunque, según las estimaciones, se estima que allí viven 1,5 millón; Hay casi 14.000 refugiados iraquíes y otros 5.000 procedentes de otros países.
La respuesta de ACNUR ante esta catástrofe incluye a todas las personas: libaneses, refugiados y trabajadores migrantes. El trabajo de ACNUR se está centrando, principalmente, en dos áreas clave: refugio y protección.
Como parte de su respuesta de emergencia, ACNUR está movilizando 35 millones de dólares. Este paquete incluye 32,5 millones de dólares en apoyo a 100.000 personas cuyas viviendas resultaron gravemente dañadas por la explosión, y otros 2,5 millones son para brindar protección, asistencia psicológica en casos de trauma y asesoramiento jurídico.
ACNUR ha puesto a disposición de sus socios en terreno, como la Cruz Roja Libanesa, todo el material de ayuda de emergencia que guarda en sus almacenes en el país, como colchonetas, lonas de plástico, mantas, materiales de construcción, pabellones de campaña y artículos esenciales.
“Es impactante ver de primera mano la magnitud de la destrucción, pero es el coste humano de este desastre lo que es realmente desgarrador. Las familias han sufrido terribles lesiones físicas y psicológicas, pero siguen decididas a reconstruir sus hogares y sus vidas”.
Filippo Grandi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.
Zakariya tiene dos años. Es refugiado sirio y resultó herido en la explosión. Estaba en salón de su casa con su madre y su hermano cuando la detonación reventó los cristales de las ventanas de la habitación donde se encontraban. Tiene dos cortes en la cabeza que necesitaron 25 puntos de sutura. Su hermano, Yahya, y su madre, Aisha, también resultaron heridos. Ahmad, padre de los niños y marido de Aisha cuenta lo que vio cuando salió a la calle para llevarles al hospital: “Vi a personas tiradas en el suelo. Fue algo aterrador. No se podía oír a nadie por la presión de la explosión. No se oía nada”
La inestabilidad económica y el aumento de la inflación han sumido en la pobreza al 50% de las familias libanesas. Además, los casos de COVID-19 han ido en aumento en las últimas semanas. Las necesidades causadas por esta última emergencia son enormes.
Por eso, ACNUR hace un llamamiento a la comunidad internacional para que apoye a Líbano, muestre solidaridad y proporcione un apoyo rápido y significativo al país y a su pueblo, que han sido muy generosos con la acogida de refugiados.
Se necesitan 607,5 millones de dólares para hacer frente a esta emergencia. A 18 de agosto, ACNUR solo ha podido recaudar el 41% de los fondos necesarios.
"En ACNUR, como organización humanitaria, debemos apoyar al pueblo de Beirut en un momento de enorme necesidad".
Filippo Grandi, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados.
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