La crisis humanitaria en Sudán continúa profundizándose, con consecuencias devastadoras para millones de personas. Más de 133.000 personas han huido a Chad en lo que va de 2025, mientras el sistema humanitario lucha contra la falta de recursos para atender a una población cada vez más vulnerable.
Durante el pasado fin de semana, al menos 66 personas, incluidos seis niños y cinco trabajadores sanitarios, murieron en un ataque al hospital al-Muglad, el último centro de salud en funcionamiento en el sur del estado de Kordofán Occidental. El hospital, según informes, quedó completamente destruido, lo que deja a la población local sin acceso a servicios médicos esenciales. Aunque las Fuerzas de Apoyo Rápido acusaron a las Fuerzas Armadas Sudanesas de ser responsables del bombardeo, estas negaron las acusaciones.
Simultáneamente, en El Fasher, se reporta un deterioro alarmante de la seguridad. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), entre el 18 y el 21 de junio, más de 1.300 personas fueron desplazadas desde el campamento de Abu Shouk y otras áreas cercanas. Estas cifras se suman a las 7.600 personas ya desplazadas a principios de mes, tras los mortales ataques al campo de desplazados de Zamzam, reflejando una situación de desplazamiento forzado masivo y continuo.
Frente a este escenario, Chad se ha convertido en uno de los principales destinos para quienes huyen del conflicto. Solo entre el 2 y el 8 de junio, 5.096 refugiados sudaneses cruzaron la frontera, elevando a más de 133.000 los recién llegados en lo que va del año. Desde el inicio del conflicto en abril de 2023, más de 860.000 personas han llegado a Chad, sumándose a los 409.000 refugiados sudaneses que escaparon de las anteriores oleadas de conflicto en Darfur entre 2003 y 2023.
Las provincias chadianas de Wadi Fira y Ennedi Est se encuentran en el centro de esta nueva oleada de llegadas. Aunque más de 100.000 personas han sido reubicadas desde enero, otras 240.000 —en su mayoría mujeres y niños— permanecen en condiciones críticas, sobre todo en el punto fronterizo de Adre, en la provincia de Ouaddaï. La mayoría llegan exhaustos tras días de viaje, sin acceso a alimentos ni agua, y presentan síntomas de desnutrición, deshidratación y traumas psicológicos por la violencia física y sexual forzoso vivido en Darfur del Norte y en el trayecto hacia la frontera.
A pesar de los esfuerzos del gobierno de Chad, ACNUR y sus socios, la operación humanitaria se enfrenta a grandes desafíos por la falta de fondos, personal y equipamiento sanitario. La escasez es tan grave que en algunas zonas un solo centro de salud atiende a 70.000 personas, con apenas un médico por cada 52.000 pacientes. Solo se disponen de cinco litros de agua por persona al día, muy por debajo del estándar internacional de entre 15 y 20 libros, los servicios educativos son prácticamente inexistentes, y el 14% de los niños y niñas sufren desnutrición.
Ante esta situación, ACNUR ha intensificado sus esfuerzos de respuesta. Se han realizado evaluaciones multisectoriales y reubicado a más de 27.500 refugiados desde zonas fronterizas hacia lugares más seguros como Iridimi, en Wadi Fira. Asimismo, se han establecido mecanismos de protección y derivación para casos de abuso infantil, violencia sexual y lesiones.
ACNUR construirá refugios e implementará servicios de protección como reubicación, registro y documentación. No obstante, la necesidad de apoyo financiero es urgente para atender necesidades vitales de las personas que huyen de Sudán hacia el este de Chad, que incluye material de protección, alojamiento, alimentación, agua y saneamiento.
La crisis de Sudán ha desplazado ya a más de 12 millones de personas, 7,7 millones dentro del país y más de 4 millones que han buscado refugio en países vecinos. La situación en Chad, que acoge actualmente a más de 1,4 millones de refugiados, aunque marcada por la solidaridad, corre el riesgo de colapsar sin un respaldo internacional inmediato.
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