Tras dos años de conflicto activo, miles de personas en Mosul se enfrentan al difícil dilema de cómo salvar sus vidas. Quedarse es arriesgarse a no tener agua ni comida suficiente y la huida les expone a las miradas de francotiradores y minas terrestres. La toma de Mosul y el conflicto de Irak provoca actualmente la huida constante de civiles.
Situación de Mosul, Irak, en 2017
“Si nos hubiéramos quedado allí, nos hubieran asesinado”
Nashwan, desplazado iraquí.
Nashwan es uno de los supervivientes de la toma de Mosul en Irak. Ahora, vive junto a 40 familiares en la casa de un pariente que huyó cuando las fuerzas iraquíes comenzaron la toma de Mosul. Allí, conviven agolpados en 3 habitaciones sin agua potable, electricidad, ni comida suficiente. La mayoría de ellos son niños.
“Cuando huimos no pudimos ni siquiera tomar nuestra ropa. Lo más importante era la comida y el agua”, dice Nashwan, padre de tres hijos, quien cuenta cómo se entristeció cuando vio su casa totalmente destruida por el conflicto. En seguida, se dio cuenta de la suerte que tuvo al poder escapar.
El dilema no es fácil para los miles de personas que se encuentran aún hoy atrapadas en esta ciudad. Quedarse allí supone sufrir hambre y poder morir atrapados en el fuego cruzado. Huir también supone jugarse la vida frente a francotiradores o minas terrestres.
“Si se quedan, arriesgan sufrir hambre y verse atrapados en el fuego cruzado. Si huyen, corren el riesgo de ser asesinados”, asegura Nashwan. Él tampoco puede volver a su casa y depende de la ayuda humanitaria para conseguir artículos básicos para sobrevivir: medicinas para diabetes y presión arterial para algunos miembros de la familia.
Al igual que él, miles de personas en Mosul necesitan desesperadamente alimentos, agua limpia, mantas, ropa y queroseno para la calefacción mientras las temperaturas nocturnas caen por debajo de 0º.
Faiza Abed, de 30 años, vive en un edificio abandonado de Mosul, en Irak, con su hijo discapacitado. Allí, no tienen suficientes mantas con las que cubrirse. “Nos fuimos tan rápido que no hubo tiempo para preparar nada”, relata.
Al comenzar las explosiones y disparos, no tuvieron tiempo ni de coger sus zapatos. Ahora, la familia se protege debajo de una única manta mientras las temperaturas en Mosul descienden drásticamente, rondando los 0º. ACNUR ha entregado 53.536 mantas y edredones térmicos en las últimas semanas.
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