Aunque han pasado veinte años de la adopción de la Convención de Prohibición de Minas Antipersonales, los campos de minas, los restos explosivos de guerra y los artefactos explosivos improvisados siguen siendo una amenaza en el este de Ucrania. ACNUR pide al gobierno, a organizaciones humanitarias y a todas las partes en conflicto más esfuerzos contra las minas en Ucrania.
Cuando Volodymyr, de 71 años, fue a revisar los cables eléctricos de su casa, sin luz por los bombardeos, sintió que su pie se enganchaba con algo: “Hubo un destello. Algo pitó a mi derecha. Y luego vino una explosión”. Después cayó al suelo, rodeado de humo y cubierto de sangre, y supo que había pisado un cable detonador. Dos hombres lo llevaron al hospital de Toretsk.
“Los rayos X mostraron que tenía 31 heridas”, cuenta su esposa. Después de un mes, la pareja se dio cuenta de que no tenía un hogar al que volver. Los combates obligaron a todos los habitantes a huir de su ciudad. Ahora, viven a 15 kilómetros de la línea de contacto, Volodymyr arregla las paredes del baño con tablas de madera provistas por un socio de ACNUR, a pesar de que aún sufre de dolores por la explosión.
La historia de Volodymyr se repite en el este de Ucrania, una de las zonas con más minas terrestres de todo el mundo en 2018, solo por detrás de Afganistán y Siria. Desde 2014, ha habido cerca de 1000 víctimas relacionadas con minas en Ucrania.
Allí, las minas antipersona forman parte del legado de un conflicto que ha desplazado ya a más de 1,3 millones de personas.
Las minas antipersona son la principal causa de muerte infantil en el país.
En el este de Ucrania, la contaminación afecta a más de dos millones de personas, limitan la libertad de movimiento y suponen una grave amenaza para los civiles que cruzan la línea de contacto entre las zonas controladas por el gobierno y las que no. Estos peligros se suman a los que enfrentan las personas obligadas a huir del conflicto:
7.000 km2 contaminados por minas antipersona
Aunque las autoridades estiman que 7.000 km2 en áreas controladas por el gobierno de Donetsk y Luhansk están contaminados, se desconoce el alcance total.
Ahora que la Ley de Acción contra Minas en Ucrania y un conjunto de normas nacionales de acción contra minas para organizaciones que realizan la sustracción de minas han entrado en vigor, se necesita financiación para aplicarlas y ayudar a las víctimas de las minas con atención médica, rehabilitación y atención psicosocial.
Tetiana Nikiforova tiene 37 años y trabaja como desminadora en Ucrania. Es una de las expertas que arriesgan su vida para limpiar los campos de minas antipersona. Cada día, Tetiana explora el suelo en busca de minas terrestres entre las hojas secas. Sus movimientos son lentos y concentrados. Comprueba centímetro a centímetro con un palo de plástico. Los únicos sonidos son el canto de los pájaros y los latidos de su corazón.
Lo que era un popular lugar de picnic, después de cinco años de conflicto en Ucrania, es hoy un campo minado, lleno de artillería sin explotar. “Estoy feliz de reducir la probabilidad de muerte de niños y adultos. Me siento en el lugar correcto aquí”, asegura.
Las zonas con más presencia de minas son las cercanas a la línea de contacto, donde los civiles se arriesgan pisarlas en tierras de cultivo, bosques, cementerios o al lado de sus casas. ACNUR considera esencial que quienes viven allí sepan cómo identificar minas terrestres y restos explosivos de guerra.