“La vida en Suecia es totalmente diferente, sobre todo para un gay que viene del mundo árabe” “La vida en Suecia es totalmente diferente, sobre todo para un gay que viene del mundo árabe”

“La vida en Suecia es totalmente diferente, sobre todo para un gay que viene del mundo árabe”

<p>Alqumit Alhamad es sirio, musulmán y homosexual. Llegó a Suecia en un día nevado de febrero. En su mochila: una muda, utensilios artísticos y CDs de Lady Gaga, Björk y Barbara Streisand.</p>

19 de septiembre, 2016

Tiempo de lectura: 3 minutos

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Alqumit Alhamad es sirio, musulmán y homosexual. Llegó a Suecia en un día nevado de febrero. En su mochila: una muda, utensilios artísticos y CDs de Lady Gaga, Björk y Barbara Streisand.

El artista de 24 años huyó de Raqqa, en el norte de Siria, cuando en 2012 los extremistas tomaron la ciudad como su cuartel general. Alqumit y su familia huyeron hasta el puerto de Latakia, desde donde llegó a Aleppo para terminar sus estudios universitarios.

Después de que los misiles aterrizaran en el campus, cogió algunos utensilios artísticos, sus CDs preferidos y huyó hasta Turquía y entró a Europa por Grecia en noviembre de 2015.

En su ciudad, muchos homosexuales fueron expulsados de sus casas por los militares

Cuando llegó a Suecia, se quedó en un campo en Västeras certificado para LGBT: lesbianas, gays, bisexuales y transgénero. Tres meses después, conoció a Linnea Tell a través de un amigo y una organización que ayuda a conectar a refugiados con anfitriones locales. Hicieron muy buenas migas y Linnea le invitó a quedarse con ella y con su hijo de 9 años, Vidar, en un pueblo a 38 kilómetros de Malmö.

Alqumit habla abiertamente de las situaciones traumáticas que pasó en Siria. Algunos de sus amigos fueron torturados por militares y muchos homosexuales fueron echados de sus casas en su ciudad. Cuenta cómo cuando era niño, abusaron de él y cómo se sintió cuando las bombas mataron a su vecino y vio un cadáver por primera vez.

Alqumit y Linnea han creado una verdadera amistad. Él es extravagante e inquieto, ella tranquila y callada. Ahora, pasan las tardes juntos y cuidan el uno del otro.

La sueca de 29 años quería ayudar ante la crisis de los refugiados, pero no tenía tiempo para ser voluntaria. Ofrecer una habitación extra que tenía en casa le pareció la alternativa más sencilla.

Ahora, su vida ha cambiado drásticamente: prepara su próxima exhibición artística, expondrá en Nyköping en mayo de 2017.

Ésta es sólo una de los cientos de historias que han sido acogidas en Europa, que han roto las barreras del idioma, cultura y religión. Un ejemplo de generosidad que nos llena de esperanza y de humanidad.

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