Entre 1983 y 2005, la guerra civil en Sudán dejó a miles de niños huérfanos o separados de sus padres. Estos menores no acompañados, más tarde, fueron apodados como los niños perdidos de Sudán; alrededor de 20.000 niños de las tribus nilóticas Nuer y Dinka escaparon hasta la densidad del bosque donde se escondieron para poder sobrevivir durante días, meses o incluso años.
Cuando los soldados arrasaron sus aldeas, muchos pequeños perdieron a sus padres quedándose solos e indefensos en medio de un país en guerra. Algunos fueron reclutados como niños soldado. Otros, vendidos como esclavos o entregados por sus familias al gobierno con la falsa esperanza de recibir protección, agua, comida o incluso la posibilidad de ir al colegio.
Tras ver morir a sus padres, los más afortunados consiguieron escapar y huyeron hasta el bosque en una odisea que salvaría la vida de muchos de ellos. Allí, se encontraron con otros cientos de niños en su misma situación. Llegaban con las manos vacías, sin más posesión que algo de ropa en la mochila. Juntos, emprendieron un camino a pie hacia las fronteras de Etiopía y Kenia tratando de esquivar a los soldados. No sabían que pasarían a la historia como los niños perdidos de Sudán.
Viajaban organizados en grandes grupos de cientos o incluso miles de niños. Los más mayores se encargaban de dirigir al resto, aunque a veces no tenían más que 10 o 12 años. Durante días, consiguieron sobrevivir ayudándose los unos a los otros, durmiendo al raso y alimentándose de lo que les ofrecían los aldeanos en el camino o lo que habían podido cazar o robar.
Algunos llegaron después de unas semanas, otros no lo harían hasta dos o más años después.
Cuando les encontraron, sus condiciones eran lamentables. Sufrían desnutrición aguda, deshidratación y enfermedades como malaria o neumonía que no habían podido tratarse. Habían enfrentado peligros como los ataques de animales salvajes como leones y serpientes. Los cooperantes se preguntaban cómo habían sobrevivido, aunque se cree que la mitad de estos niños perdidos murieron en el camino.
Años más tarde, su increíble historia llegó al mundo a través de la película: La buena mentira.
Cuando la guerra en Sudán del Sur volvió a estallar años después, el nombre de los niños perdidos volvió a la memoria de los trabajadores de los campos.
¿Qué fue de los niños perdidos de Sudán?
Duany ahora tiene 36 años y se ha convertido en ciudadano estadounidense. Cuando era niño, pasó de llevar una vida idílica en una aldea de Sudán del Sur a ser reclutado como niño soldado en la devastadora guerra entre el norte y el sur de Sudán.
Más tarde, Duany fue reasentado en Estados Unidos donde se ha convertido en actor, modelo internacional y activista en pro de la paz. Entre los filmes que ha protagonizado, uno muy especial: La buena mentira, cuenta parte de su propia historia, la de los niños perdidos de Sudán.
Ahora, Duany recuerda el dolor de su familia cuando piensa en las víctimas de la nueva guerra: “Se me parte el corazón cuando oigo que los niños de mi país están experimentando la pesadilla de las matanzas, la destrucción y el caos, mientras que en otros lugares los niños de su edad van a la escuela”.
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