Refugiados en acción contra el coronavirus Refugiados en acción contra el coronavirus

Refugiados en acción contra el coronavirus

7 de abril, 2020

Tiempo de lectura: 4 minutos

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En una situación de emergencia sanitaria como la que estamos viviendo, cada uno ayuda como puede y con lo que tiene. Es lo que está haciendo la población refugiada en distintas partes del mundo: colaborar para que el virus no se propague, ya sea con sus conocimientos, prestando su tiempo o poniendo a disposición del resto sus habilidades.

Shadi, refugiado sirio, lo hace desde Suiza; varias mujeres sirias, desde el campo de refugiados de Zaatari, en Jordania; Samuel, médico venezolano, desde Ecuador. Las historias que vienen a continuación son ejemplos de solidaridad en medio de la adversidad y están protagonizadas por personas refugiadas, acostumbradas a vivir en la incertidumbre y rodeadas de peligros.

Desde Suiza: ayuda y colaboración

Shadi Shhadeh ha puesto en marcha una red de 26 voluntarios en Suiza, 18 de ellos son refugiados sirios. El objetivo es ayudar, hacer la compra o realizar recados para la población más vulnerable al virus COVID-19: personas mayores, enfermos o población con alto riesgo de contraer la enfermedad. Hasta ahora, han ayudado a cerca de 200 personas en Ginebra y Lausana.

Movido por un sentimiento de responsabilidad, Shadi ha decidido no quedarse de brazos cruzados y ayudar a otras personas en su país de acogida. “El objetivo de esta campaña es ayudar a las personas a permanecer en su hogar”, dice.

La caída de los servicios de salud es algo que millones de sirios han sufrido en sus propias carnes durante los nueve años de guerra en su país. “Estas personas se están protegiendo a sí mismas, pero también están protegiendo nuestro sistema médico”, dice Shadi.

Zaatari, Jordania: jabón para la prevención

En el campamento de refugiados de Zaatari, en Jordania, un grupo de mujeres sirias fabrica jabón casero con ingredientes naturales para prevenir el avance del coronavirus. Los elaboran de distintos colores y perfumes y añaden alcohol para que limpie y desinfecte las manos. Después, se distribuye a todas las familias del campo. Es una forma de colaborar en la lucha contra esta pandemia y de beneficiar a su comunidad.

El jabón se considera un producto esencial y efectivo para prevenir el coronavirus. Por eso, estas mujeres, además de fabricarlo, realizan una labor de sensibilización y de información sobre la importancia de llevar a cabo buenas prácticas de higiene para evitar el contagio del virus. El uso de agua y jabón es una de las formas más efectivas para detener el COVID-19.

Samuel Suarez, refugiado venezolano, lleva más de un mes informando a las personas más vulnerables en algunas áreas rurales de Ecuador sobre cómo prevenir la infección. Empezó a realizar visitas a los domicilios de las personas mayores, en la provincia de Esmeraldas, para explicar los peligros de la pandemia y las medidas de prevención que debían tomar para protegerse a sí mismos y a los demás. Lavarse frecuentemente las manos con agua y jabón o mantener una distancia mínima de seguridad con otras personas puede evitar el contagio.

Como algunos de sus pacientes no saben leer, Samuel hace demonstraciones sobre cómo toser sobre su codo, y no sobre su mano, para evitar la transmisión del virus. Desde que empezó el brote del COVID-19, no ha dejado de informar a la población de San Francisco (Ecuador), donde trabaja desde hace un año y medio en un centro de salud local.

Shadi Shhadeh ha puesto en marcha una red de 26 voluntarios en Suiza, 18 de ellos son refugiados sirios. El objetivo es ayudar, hacer la compra o realizar recados para la población más vulnerable al virus COVID-19: personas mayores, enfermos o población con alto riesgo de contraer la enfermedad. Hasta ahora, han ayudado a cerca de 200 personas en Ginebra y Lausana.

Movido por un sentimiento de responsabilidad, Shadi ha decidido no quedarse de brazos cruzados y ayudar a otras personas en su país de acogida. “El objetivo de esta campaña es ayudar a las personas a permanecer en su hogar”, dice.

La caída de los servicios de salud es algo que millones de sirios han sufrido en sus propias carnes durante los nueve años de guerra en su país. “Estas personas se están protegiendo a sí mismas, pero también están protegiendo nuestro sistema médico”, dice Shadi.

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