La fotógrafa iraquí Souad Awad y la profesora de guardería Margarethe Kramer acaban de empezar a vivir juntas y ya son buenas amigas.
En 2014, Souad trabajaba como fotógrafa de bodas en Bagdad, Irak, cuando los problemas comenzaron. Un día que volvía a casa tarde después del trabajo, un hombre le forzó a subir a su vehículo a punta de pistola y le preguntó por qué no llevaba el velo. Según cuenta, siguió preguntándole de dónde era y si no sabía que la fotografía estaba prohibida.
No estuvo retenida por mucho tiempo, pero poco después su marido, que era vigilante en una mezquita, empezó a recibir amenazas: si no se divorciaba de su mujer, le matarían.
Semanas después, el marido de Souad fue envenenado con talio, un componente altamente tóxico y se quedó paralizado temporalmente. Cuando su salud mejoró, se divorciaron. Al día siguiente de firmar los papeles, ella dejó Irak sin mirar atrás.
Primero fue hasta Turquía, donde se quedó casi un año y cruzó a Grecia en un bote de remos. El viaje fue largo y muy difícil, no sólo porque era una mujer viajando sola, sino porque también tiene diabetes. Cogió un tren rumbo a Alemania, pero tuvo que bajar en Austria al sentirse muy cansada y enferma. Allí, se dirigió a la policía y acabó en un centro de asilo donde estuvo viviendo seis meses hasta conocer a su familia de acogida.
“Ahora me siento como si estuviera viviendo en el cielo. Margarethe es increíble, tan dulce y su familia es maravillosa. Me siendo como en casa”
Refugiada iraquí de 49 años.
Margarethe, cuyo marido está fuera por trabajo casi toda la semana, está encantada de tener compañía.
“Es como si fuera mi hermana”
En un mes viviendo con Margarethe ha aprendido más alemán que en los seis meses en el centro. Para la anfitriona austriaca, tener a Souad en casa no podía haber funcionado mejor.
“Toda esta experiencia ha enriquecido mi vida, con una amiga y compañera”, dice la profesora de 59 años. Margarethe, que esperaba una mujer con un punto de vista tradicional, se sorprendió al conocer a la fotógrafa. “Es tan independiente, abierta de mente y moderna”, añade. Para Souad, a quien le encanta cocinar y ayudar en casa, Margarethe se ha convertido en una hermana.
Ahora, sigue intentando aprender alemán para poder volver a trabajar como fotógrafa en Austria.