5,5 millones
de desplazados internos.
962.000
congoleños refugiados en otros países, la mayoría en Uganda.
15,6 millones
de personas necesitaban ayuda humanitaria a finales de 2020.
La violencia en el este de la República Democrática del Congo (RDC) no da tregua y la frecuencia de los asesinatos no disminuye. La población lleva meses de pánico y sufrimiento debido a la brutalidad de los ataques perpetrados por los grupos armados. El número de desplazados forzados continúa aumentando. En los últimos dos años, tan solo en la provincia de Kivu del Norte cerca de dos millones de personas han tenido que huir de sus hogares debido a la inseguridad y la violencia.
A medida que crece el número de desplazados aumenta la presión sobre las comunidades de acogida. Actualmente, se encuentran al borde de sus fuerzas y de su capacidad, ya que dan cobijo al 94 % de los desplazados internos. Están demostrando una enorme generosidad, pero necesitan ayuda urgente para continuar apoyando a la población ante esta crítica situación.
ACNUR trabaja para mejorar las viviendas de las personas desplazadas en Kivu del Norte, pero necesita más apoyo para proporcionar alojamiento adecuado en las zonas donde la seguridad es más estable.
Dusabé, de 53 años, su esposa y sus seis hijos huyeron de su casa hace mucho tiempo. Después de vivir diez años en un sitio superpoblado en Kitchanga, logró construir su propia casa con el apoyo de ACNUR. Ahora, la familia ya no tiene que dormir en una misma habitación. “Ya no soy un desplazado”, asegura.
1.200
muertes de civiles en Kivu Norte e Ituri.
25.000
casos de violaciones de derechos humanos.
1.100
violaciones en Kivu Norte e Ituri.
1 millón
de congoleños han sido desplazados internamente.
Una de cada tres personas en la República Democrática del Congo pasa hambre. 27 millones de congoleños padecen inseguridad alimentaria, según la FAO. Esto convierte a RDC en el lugar del mundo con el número más elevado de personas que necesitan urgentemente ayuda para paliar el hambre.
Las poblaciones más afectadas son las personas desplazadas, los refugiados, los retornados, las familias de acogida y los afectados por catástrofes naturales.
Según la FAO, los conflictos siguen siendo la causa fundamental del hambre. Las provincias más afectadas son Ituri, Kivu del Norte y del Sur y Tanganyika, asoladas por la violencia. La mala marcha de la economía y el impacto socioeconómico de la pandemia de COVID-19 están agravando aún más la crisis alimentaria.
Las difíciles condiciones de vida y la falta de comida provocan retornos prematuros de personas desplazadas a su lugar de origen. Esto les expone, todavía más, a abusos y violencia, según los informes de ACNUR. Las personas retornadas representan el 65 % de los casos de graves violaciones de los derechos humanos registrados por ACNUR y sus socios.
ACNUR proporciona a las personas desplazadas y retornadas materiales de refugio y ayudas económicas para cubrir las necesidades básicas.
Las mujeres y las niñas congoleñas están siendo víctimas de la violencia sexual generalizada y sistemática llevada a cabo por grupos armados. Solo en lo que va de año, se han producido en las provincias de Kivu del Norte e Ituri 1.100 violaciones.
El personal de ACNUR en la zona ha escuchado testimonios horribles de violencia sexual, extorsión y saqueos. Las personas desplazadas acusan a los grupos armados de llevar a cabo violaciones masivas cuando las mujeres intentan huir de sus hogares. Algunas mujeres y niñas han sido secuestradas y utilizadas como esclavas sexuales por miembros de estos grupos y están exigiendo rescates a cambio de su libertad.
ACNUR lleva a cabo actividades para prevenir y responder a la violencia sexual y de género y para fortalecer la protección de las personas vulnerables, incluidas las mujeres y los niños y las niñas.
Furaha Nyirabimana, de 38 años (en la foto, a la derecha), tuvo que huir de su hogar junto con su marido y sus diez hijos cuando fueron atacados por grupos armados. Encontraron un poco de paz en la ciudad de Kalengera, en Kivu del Norte.
Después de huir tuvieron muchas dificultades para sobrevivir, pero gracias al apoyo de ACNUR, Furaha puede cultivar la tierra. Por fin, ella y su familia han encontrado de nuevo la estabilidad.
Trabaja junto a Miriam Sengiyunva (en el centro), que estuvo refugiada en Uganda con sus ocho hijos y regresó a su pueblo en RDC, y Vumiliya Nyamundenge (a la izquierda).
Cultivando verduras y trabajando juntas en los campos de la comunidad, estas mujeres pueden mantener a sus familias y vivir en paz.
ACNUR, a través de su socio local, facilita el acceso a la tierra y a las semillas y proporciona apoyo técnico para mejorar los cultivos y la cosecha. Trabajar juntos en un proyecto común ayuda a promover la paz entre las comunidades de acogida, los desplazados internos y los refugiados que regresan.
La respuesta humanitaria en RDC está sobrepasada por el impacto acumulado de múltiples emergencias, incluidas las secuelas de la erupción volcánica del Monte Nyiragongo en Goma, el 22 de mayo. La erupción dejó más de 450.000 desplazados internos y 350.000 personas con necesidad de ayuda humanitaria.
En la zona de Nyiragongo, unas 30.000 personas afectadas por la erupción del volcán están siendo acogidas en cinco centros colectivos: Bujari, Mujoga, Kanyaruchinya, Kayembe y Kanyanja. Las condiciones de vida siguen siendo precarias y las poblaciones necesitan refugio, agua potable alimentos y otras ayudas.
Los fondos recibidos para dar respuesta a esta crisis humanitaria siguen siendo extremadamente reducidos. Por eso, ACNUR solo puede responder a una pequeña parte de la población que necesita ayuda urgente.
La de la RD Congo es una de las diez emergencias con un grave déficit de financiación en 2021. Se necesitan 349,5 millones de dólares para cubrir la emergencia e República Democrática del Congo, pero por ahora solo se han recaudado el 42 % de los fondos.
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