Mohamed Ali y su familia huyeron hace años de Afganistán con rumbo a Atenas, con una hija de dos años enferma y sin posibilidad de acceder a...
Mohamed Ali y su familia huyeron hace años de Afganistán con rumbo a Atenas, con una hija de dos años enferma y sin posibilidad de acceder a medicamentos. Pero cuando llegaron a la capital griega, la situación no mejoró y la familia tuvo que improvisar un asentamiento en una plaza de la ciudad junto a medio millar de refugiados afganos.
La cronología de Afganistán está repleta de violencia recurrente y sostenida en el tiempo que ha generado que sea uno de los países más peligrosos del mundo y es la causa principal de la huida de miles y de miles de personas desde hace muchos años. Muchas buscan destino seguro en diferentes países de Europa y con tal de poner fin a la guerra que padecen y, en muchos casos, a las persecuciones por cuestiones étnicas y raciales.
Ya han pasado más de 40 años de la invasión soviética de Afganistán en 1979 y en 2020 eran casi 5 millones los afganos que vivían fuera de su país, de los cuales 2,7 millones estaban registrados como refugiados. Más del 90 % de los refugiados afganos vive en Pakistán y en Irán, dos países que han demostrado una gran generosidad al momento de acoger 1,4 millones y cerca de 1 millón de afganos, respectivamente.
Con respecto a la población retornada, más de 5,2 millones de refugiados afganos habían podido regresar a su país antes del estallido del último conflicto que desembocó en un nuevo estallido social y vuelta al poder de los talibanes.
El año 2021 ha registrado un recrudecimiento de la violencia por la ofensiva talibana que culminó con su regreso al poder. En lo que va del año, 635.000 personas han tenido que huir de sus casas por la situación de violencia y de inseguridad. La gran mayoría de estas personas permanecen dentro del país y 120.000 están refugiados en la provincia de Kabul. Huyeron con lo puesto, sin acceso al agua, ropa ni alimentos, viviendo en refugios improvisados.
ACNUR trabaja en la región desde hace cuatro décadas y ha reforzado su actividad en estos últimos meses debido a la profundización de la crisis. La asistencia principal que brinda ACNUR y sus socios locales tiene que ver con el reparto de alimentos y artículos de higiene, asegurar el acceso a un refugio seguro y garantizar otros elementos de emergencia destinados a cubrir las necesidades básicas de todas estas personas que han tenido que huir.
Según el Banco Mundial, el 45% de la población afgana está desnutrida, mientras que las sequías afectan al 80% de los afganos y afganas. De acuerdo con datos de la ONU, el número de víctimas fatales de población civil ha crecido en un 29% en el primer trimestre de 2021 en comparación con 2020, una cifra dentro de la cual hay muchas mujeres y niños.
Según el Programa Mundial de Alimentos, un total de 16,9 millones de afganos (cerca de la mitad de la población) no tienen acceso a una alimentación adecuada, una situación que se agrava con la inseguridad política, la violencia, la crisis económica y el cambio climático.
ACNUR ha lanzado una convocatoria excepcional para hacer frente a la crisis humanitaria en Afganistán a raíz de los últimos conflictos. El objetivo es recaudar 62,8 millones de dólares para cubrir el periodo de julio a diciembre de 2021, como un plan de respuesta destinado a solventar las necesidades básicas de alimentación, techo y salud de 500.000 afganos y afganas en situación de desplazamiento. El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, dice que todas las personas desplazadas en Afganistán y que se encuentran viviendo en condiciones lamentables, necesitan más que nunca de la ayuda internacional. “Necesitan que nosotros – gobiernos, organizaciones humanitarias y la ciudadanía – estemos con ellas y mantengamos el rumbo”, asegura el mandatario.