Tormentas violentas han arrasado las tiendas de campañas y las pertenencias de más de 16.000 personas refugiadas etíopes que residen en los campamentos para refugiados de Um Rakuba...
Tormentas violentas han arrasado las tiendas de campañas y las pertenencias de más de 16.000 personas refugiadas etíopes que residen en los campamentos para refugiados de Um Rakuba y Tunaydbah, ubicados en el este de Sudán. El temporal, que incluyó vientos fuertes e intensas lluvias y granizadas, también ha destruido infraestructuras fundamentales.
ACNUR y sus socios tuvieron que iniciar una campaña a contrarreloj para dar respuesta a estos miles de personas afectadas, reforzando los alojamientos y garantizando el acceso al agua potable y a letrinas seguras para todas las familias. Se repartieron 2.500 paquetes de alojamiento de emergencia y se prevé la distribución de un total de 10.000 de estos paquetes, mientras las personas afectadas se preparan para aguantar de la mejor manera posible la intensificación de las lluvias, que se extenderá hasta octubre.
El clima extremo en esta región de Sudán es un problema muy serio y que adquiere muchas variantes, porque cuando no son las fuertes lluvias es el calor intenso que genera sequías. De acuerdo con muchos estudios (algunos de los cuales fueron realizados por agencias de la ONU) los cambios en el clima están produciéndose de manera cada vez más impredecible en las tierras áridas y semiáridas de Sudán. Y todo como consecuencia del cambio climático, de los cuales Sudán es uno de los países más vulnerables del mundo.
Si hay una crisis que define mejor a nuestra época esta es la crisis climática y sus consecuencias en la acentuación de los climas extremos en todo el planeta. Miles y miles de personas se ven forzadas a desplazarse por diferentes desastres naturales que arrasan sus aldeas y pueblos y las priva de los elementos básicos de subsistencia.
En el frente de la emergencia climática mundial se encuentran las personas refugiadas, las desplazadas internas y las apátridas. En 2020, 30,7 millones de personas se vieron obligadas a abandonar su hogar y trasladarse a otros puntos de su propio país por desastres vinculados con el clima extremo: degradación ambiental, ciclones, aumento del nivel del mar, lluvias intensas, sequías prolongadas o desertificación.
ACNUR brinda asistencia y protección fundamental a muchas de estas personas afectadas por el clima extremo. “En este momento debemos prepararnos para mitigar futuras necesidades de protección y prevenir el desplazamiento por desastres. No podemos darnos el lujo de esperar a que ocurra otro”, dice Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados.
El desastre de Sudán es solo uno de los últimos casos en los que el clima extremo ha impactado en la vida de miles de personas refugiadas. Pero, desgraciadamente, hay muchos casos similares.
En Afganistán, sequías e inundaciones junto a décadas de desplazamiento y de conflicto han dejado a millones de personas en situación de inseguridad alimenticia. Mozambique también combinó la violencia armada y los consecuentes desplazamientos de miles personas con los diferentes ciclones que azotaron la región central del país en 2019. Y en Bangladesh, más de 870.000 personas refugiadas rohingyas que han huido de la violencia en Myanmar están expuestas a ciclones e inundaciones que cada vez son más intensos.
Y estos son solo algunos ejemplos de muchos casos que se expanden a lo largo y ancho del planeta y que tienen un punto en común, sumamente trágico y que requiere una urgente conciencia global y medidas drásticas de los gobiernos y las instituciones: que el clima extremo multiplica los riesgos de desplazamiento forzado de miles de personas.