Hawali Oumar tuvo que huir de su ciudad natal, Baga (al noreste de Nigeria) escapando de la violencia del grupo terrorista Boko Haram, después de que asesinaran a su...
Hawali Oumar tuvo que huir de su ciudad natal, Baga (al noreste de Nigeria) escapando de la violencia del grupo terrorista Boko Haram, después de que asesinaran a su padre e incendiaran su vecindario. Llegó con algunos miembros de su familia hasta el lado chadiano del lago Chad pensando que podría trabajar como pescador, el oficio con el que se ganaba la vida en Nigeria. Incluso ACNUR lo ayudó dotándolo con material imprescindible para hacer su trabajo: redes, un bote y otros equipos. Pero Hawali se encontró con que el lago Chad, que desde siempre había sido una fuente de agua fundamental para el sustento de millones de personas, estaba cada vez más seco y repleto de plantas invasoras que dificultaban el acceso de su barco.
Se estima que desde 1960 la reducción del volumen de agua del lago Chad supera el 90% y, entre sus causas, figuran el cambio climático, el riego no regulado y el crecimiento poblacional. El 17 de junio es el Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y, por lo tanto, un buen momento para reflexionar sobre las sequías y las deforestaciones que vuelven yermas las tierras que antes eran productivas. Y en un continente como el africano la desertificación es un problema cada vez más grave.
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El término desertificación se refiere a la degradación progresiva del suelo, un daño producido por diferentes actividades humanas: agricultura y ganadería intensivas sin sostenibilidad, incendios, sobreexplotación del agua y deforestación. La ONU estima que hay más de tres millones de personas afectadas en todo el mundo por el proceso de desertificación y sus estimaciones dicen que antes del año 2050 serán 143 millones las personas que tendrán que abandonar sus países debido a la falta de agua.
Esta preocupación por la desertificación no es nueva y sentó sus bases en el año 1992 en Río de Janeiro, cuando se celebró la Cumbre de la Tierra, lo que dio lugar a la Convención de las Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, un acuerdo internacional a través del cual los estados se comprometen a establecer políticas en pos de estas dos direcciones. En su objetivo número 15, en el que la convención se expresa sobre el cuidado de la tierra, se afirma que en 2020 la prioridad es recuperar montañas, bosques y humedales (además de mantener los que hay) y, al mismo tiempo, actuar sobre tierras áridas para volverlas productivas.
Este objetivo se basa en un dato expuesto en el estudio que le dio origen: la desertificación afecta actualmente a 12 millones de hectáreas en todo el mundo. Y África es el continente más perjudicado.
Se estima que dos tercios del continente africano están compuestos o por tierras áridas (secanos) o por desiertos, lo que significa que la desertificación en África es mucho más pronunciada que en el resto de continentes. Incluso existen muchos secanos de cultivo que han sufrido degradaciones de diversa índole. Además, en los últimos 50 años, se ha ido conformando un área de 638 mil kilómetros cuadrados al sur del Sahara convertida en desierto, un fenómeno que ha acentuado la desertificación en África.
Toda esta grave situación se perpetúa por una combinación de causas naturales (como las sequías habituales) con la acción humana en cortes masivo de árboles para hacer leña y sobreexplotación del suelo para la ganadería. La desertificación en África acentúa la falta de seguridad alimentaria para miles de personas, que se quedan sin un sustento básico para mantener una vida digna. Al quedar cada vez menos tierras cultivables, aumentan los miles de personas que tienen que desplazarse y crece el hambre y la pobreza extrema en África.
La falta de acceso al agua potable genera que muchas personas estén en riesgo de contraer cólera, mientras que la desnutrición en niños y niñas provoca daños mentales y retrasos madurativos que pueden ser irreversibles en muchos casos. Por eso, en la víspera de un nuevo Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación, es necesario tomar conciencia de las dimensiones de este problema y de los efectos graves que genera en todo el mundo, en especial en un continente tan vulnerable como el africano.