Los desiertos que conocemos hoy no siempre fueron así y hace miles de años supieron contar con características geográficas muy diferentes a las que presentan en la...
Los desiertos que conocemos hoy no siempre fueron así y hace miles de años supieron contar con características geográficas muy diferentes a las que presentan en la actualidad. Tal es el caso del desierto del Sahara, el desierto cálido más grande del mundo con más de 9.065.000 km² de superficie.
Esto sucedió hace entre 5000 y 10000 años, momento que los geógrafos han definido como el “Sahara húmedo” o “Sahara verde”, cuando la zona estaba cubierta por una frondosa vegetación con sabanas y praderas, una gran cantidad de animales y lagos y cursos de agua.
Hay muchas teorías de por qué el Sahara se acabó convirtiendo en el mayor desierto del planeta. Una sostiene que la zona experimentó un calentamiento por el reflejo de la luz solar y la cercanía del Sol con la Tierra, a medida que fue quedando atrás el periodo glacial. Otras hablan del efecto de calentamiento global del planeta, cuyos efectos vienen siendo determinantes, no desde ahora, sino de hace algunos siglos. Y no hay quien descarta que el factor humano haya sido determinante en la aridez progresiva del Sahara.
Hay en total 11 países que, en su superficie, contienen un trozo del desierto del Sahara. Se trata de Marruecos, Níger, Sahara Occidental, Mali, Argelia, Egipto, Chad, Libia, Mauritania, Sudán y Túnez. Algunos con más territorio desértico, otros menos, pero todos influenciados por esta geografía tan particular y única.
Se trata de una zona en la que también se encuentran personas desplazadas como los refugiados saharauis. Se estima que hay alrededor de casi 165.000 refugiados saharauis que viven en los diferentes campos habilitados por diferentes organizaciones humanitarias, entre las que se encuentra ACNUR.
El viaje al desierto del Sahara es una de las experiencias naturales más interesantes que pueden hacerse en África. Un escenario de dunas y de accidentes geográficos en continuo movimiento, donde los contrastes están a la orden del día.
Una de las actividades más recomendables para quien visite el desierto del Sahara es dormir en jaimas, en esos albergues propios del desierto, fabricados con una tela especial para proteger a sus habitantes de los embates del sol. Se trata de tiendas especialmente preparadas para que el visitante esté cómodo y fresco, además de asegurarle el contacto directo con la energía natural de un lugar único en el mundo.
Y otro punto ineludible en el desierto del Sahara es la Ruta de las Mil Kasbahs en Marruecos. Se trata de un camino a través del cual podrás descubrir una serie de fortalezas medievales que representan la arquitectura típica saharaui. Y que te transportará a escenarios de cuento.
Recorriendo el desierto del Sahara no es extraño toparse con pastores que llevan rebaños y que van con su rostro cubierto para protegerse del sol y de la arena. Se trata de los tuareg, nómadas que pertenecen a una comunidad bereber que ha venido poblando esta región desde hace muchos siglos.
Aún hoy continúan con el mismo modo de vida que hace miles de años y, además del pastoreo, han agregado la venta de diferentes mercancías a su actividad comercial.
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