El colectivo LGBTI (lesbianas, gais, bisexuales, transexuales e intersexuales) sigue estando perseguido en la actualidad en muchas partes del mundo. Tener una relación con una persona del mismo sexo...
El colectivo LGBTI (lesbianas, gais, bisexuales, transexuales e intersexuales) sigue estando perseguido en la actualidad en muchas partes del mundo. Tener una relación con una persona del mismo sexo todavía se considera un crimen en más de 80 países y cinco lo castigan con la pena de muerte. Muchas personas son perseguidas y amenazadas debido a su orientación sexual o identidad de género y no encuentran otra solución que huir de sus países, convirtiéndose en refugiados LGBTI.
Dentro del colectivo LGBTI se encuentran las personas transexuales o transgénero. Según el informe de ACNUR La protección internacional de las personas LGBTI, una persona transgénero es aquella “cuya identidad de género y/o expresión de género difiere del sexo biológico que les fue asignado al nacer”, es decir, transgénero es una identidad de género, no una orientación sexual. Las dificultades de las personas transgénero aumentan cuando se convierten en refugiados. Algunas de las barreras a las que se enfrentan son las siguientes:
Nadia, originaria de Irak, fue criada como hombre por una madre fría y un padre abusivo. Al ser mujer transgénero, además tuvo que soportar abusos durante años. Incluso fue secuestrada por un grupo extremista que ataca a personas transgénero. “Ellos nos torturaban y golpeaban fuertemente”, explica Nadia, que no tuvo más remedio que huir. “Me despedí de Irak, y eso duele”, dijo.
Muchos refugiados LGBTI, como Nadia, tienen necesidad de asistencia, pero el número exacto es desconocido. Sin embargo, MOSAIC, socio de ACNUR que trabaja con grupos minoritarios en Líbano, estima que, en un año, atendió a 810 personas LGBTI. Estos refugiados se ven obligados a soportar una gran presión. “En Irak, gais y transgénero son perseguidos”, cuenta Nadia. “La mayoría de los transgénero se suicida porque no hay vida. No pueden vivir de la forma que quieren”, se lamenta.
La activista transgénero Karla Avelar lideraba el grupo “Comunicando y Capacitando a Mujeres Trans” (COMCAVIS), una organización que lucha por los derechos de las mujeres transexuales y el colectivo LGBTI en El Salvador. Pero, tras tres intentos de asesinato, no tuvo más remedio que huir de su país, El Salvador, uno de los lugares con más crimen del mundo. Las personas LGBTI sufren esta violencia de forma extrema: al menos 14 personas transgénero fueron asesinadas en 2018 en El Salvador y, solo durante los seis primeros meses de 2019, COMCAVIS tuvo conocimiento de 44 casos de personas transgénero que tuvieron que huir de sus hogares por culpa de la violencia.
Después de los tres intentos de asesinato, múltiples heridas de bala y cicatrices por todo el cuerpo, Karla y su familia volvieron a recibir amenazas, lo que hizo que no tuviera más remedio que dejar todo atrás y huir a Europa, donde ha recibido asilo.
Bianka Rodríguez es un claro ejemplo de lucha por los derechos del colectivo LGBTI. Esta mujer transgénero de 26 años es presidenta y directora ejecutiva de COMCAVIS Trans. En octubre, Bianka recibió el Premio Nansen Regional para las Américas por su trabajo para mejorar la visibilidad y la dignidad de la comunidad transgénero en su país. El objetivo del premio es reconocer el compromiso y la labor de los premiados frente a la adversidad. “Este premio no lo veo como para mí, sino para toda la comunidad trans de El Salvador y todas las personas que han recibido ayuda”, dijo Bianka.