Dukoral, una de las vacunas que protege a los refugiados

Los primeros casos de cólera se registraron hace más de dos mil años. Y hoy, en 2019, la enfermedad sigue siendo un serio problema en los países en vías de desarrollo. Tanto, que la Organización Mundial de la Salud la ubica como una de las 10 mayores amenazas mundiales de salud pública. Su permanencia en los siglos marca, además, que las situaciones de pobreza y de exclusión social siguen vigentes en muchos rincones del planeta.  

Para combatir esta enfermedad infecto-contagiosa intestinal existe el Dukoral, una de las vacunas contra el cólera, de administración oral y utilizada no solo para combatir la diarrea epidémica que genera el cólera sino también como medida de prevención.

Según la Asociación Española de Vacunología, el efecto de la vacuna puede durar dos años, momento en el cual se recomienda volver a aplicar las dosis indicadas en la población expuesta a la enfermedad. Es decir, aquellas personas que viven en lugares donde no cuentan con infraestructuras para tratar el agua. Y que pueden estar en contacto con agua o alimentos contaminados con heces de personas infectadas.

Yemen: brote histórico y acción de ACNUR contra el cólera

El mayor brote de cólera de la historia se dio en 2017 en Yemen, donde más de la mitad de las víctimas era niños. Incluso, 1 de cada 3 muertos eran menores de 5 años.

La guerra que sigue afectando al país destruyó la gran mayoría de los conductos de agua, dejando a la población en riesgo de contraer cólera. Por eso, el trabajo de ACNUR se centró en dos pilares: iniciar una fuerte campaña de vacunación y recuperar la infraestructura básica para evitar el contacto con agua contaminada en el norte del país.

La rehabilitación de puntos de agua limpios significó una reducción del 75% de casos de cólera durante 2018 y de unas 1.800 personas con acceso a agua potable.

Vacunación en la campaña de prevención en Bangladesh

Otro de los puntos problemáticos de transmisión del cólera es en los campos de refugiados de Bangladesh, un país que recibió en poco más de un mes a medio millón de refugiados rohingyas que huían de Myanmar.

Allí, ACNUR trabajó en una campaña de vacunación contra el cólera con vacunas como la de Dukoral, además de construir al principio de la emergencia 32 pozos de tubería y unas 250 letrinas. Todo con el fin de aumentar la higiene de los refugiados y prevenir un brote que podría haber sido muy grave.

Las intervenciones de ACNUR en Kenia y Tanzania

En el campo de refugiados de Kenia, en 2015, hubo un brote de cólera importante, con más de 1.000 refugiados infectados. Motivo por lo cual ACNUR decidió intervenir a través de una campaña de vacunación con vacunas contra el cólera, y activó centros de atención a los enfermos.

Los afectados por la enfermedad recibieron la dosis correspondiente de vacuna contra el cólera e hidratación por vía venosa en salas de cuidados intensivos. También se distribuyó jabón entre la población, haciendo campaña a favor de la higiene y la prevención de la enfermedad, y se desinfectaron hogares y letrinas.

El mismo año de la intervención en Kenia, ACNUR completó en Tanzania una campaña de vacunación que alcanzó a más de 100.000 refugiados del campo de Nyarugusu.

El objetivo principal fue erradicar un brote iniciado en el noroeste de ese país en mayo de 2015 que mató a 31 personas. También prevenir la aparición de nuevos casos. Al mes siguiente, ACNUR instaló 25 centros temporales de vacunación para toda la población que integraba ese campo, la mayoría refugiados provenientes de Burundi y de la República Democrática del Congo.