La situación actual de los refugiados rohingya en el campo de refugiados más grande del mundo, el de Kutupalong en Cox’s Bazar, está marcada por dos graves...
La situación actual de los refugiados rohingya en el campo de refugiados más grande del mundo, el de Kutupalong en Cox’s Bazar, está marcada por dos graves problemas: la pandemia del coronavirus y las lluvias monzónicas. Ambos problemas amenazan seriamente la situación de los más de 860.000 refugiados rohingya que viven en Cox’s Bazar.
Hasta ahora, son 29 los casos de refugiados rohingya que han dado positivo por coronavirus en los asentamientos de Cox’s Bazar, donde también se ha producido el primer fallecimiento por COVID-19 de un refugiado rohingya de 71 años. Los equipos de ACNUR, que ya habían hecho campañas de prevención entre los refugiados distribuyendo agua potable y jabón, desarrollando medidas de prevención y entregando material sanitario, entre otras medidas, trabajan ya en la respuesta a estos primeros casos confirmados de COVID-19.
Por otro lado, la próxima llegada de la temporada de lluvias amenaza con complicar todavía más una situación que ya de por sí es delicada.
Los refugiados rohingya son una minoría étnica establecida en su mayoría en el estado de Rakhine en Myanmar fronterizo con Bangladesh. Esta minoría étnica es apátrida, es decir, sus miembros carecen de nacionalidad porque al no ser reconocidos como sus ciudadanos o ciudadanas en Myanmar.
Desde los años 90, sucesivos repuntes de violencia en Myanmar han provocado que más de un millón de refugiados rohingya se hayan visto obligados a abandonar sus hogares. Sin embargo, el mayor éxodo para esta minoría étnica se produjo en agosto de 2017, cuando un estallido de violencia en el estado de Rakhine, en Myanmar, provocó que más de 742.000 refugiados rohingya buscaran en Bangladesh un lugar donde sentirse a salvo.
Actualmente, más de 860.000 refugiados rohingya se encuentran refugiados en Bangladesh, la mayoría de ellos mujeres y niños que depende de la asistencia humanitaria para sobrevivir. Ahora, se enfrentan a una temporada de lluvias marcada por la incertidumbre del coronavirus.
Bangladesh es el segundo país más proclive a los desastres naturales en Asia y el Pacífico. El clima tropical de esta parte del mundo hace que haya una estación seca de noviembre a marzo y una estación lluviosa, que dura de abril a octubre. Las áreas costeras, como es el caso de Cox’s Bazar, son más propensas a este tipo de lluvias torrenciales.
Rahima Khatun y Abul Kalam, junto con sus dos hijos pequeños, son una de las familias que vivían con el miedo de que su casa quedara destruida debido a las fuertes lluvias monzónicas. Tras huir de Buthidaung, en Myanmar, en agosto de 2017, la familia encontró seguridad en Kutupalong, aunque todavía tenían que enfrentarse a falta de infraestructura, un saneamiento inadecuado y el miedo a inundaciones y corrimientos de tierra.
Rahima Khatun junto a uno de sus hijos.
Sin embargo, gracias a la ayuda de ACNUR, Rahima y Abul han sido reubicados en un nuevo refugio de bambú reforzado, lejos del peligro de inundaciones. “Ya no me preocupan las lluvias”, dice Rahima. “Estamos en paz.”