"Mi única esperanza es volver a casa", la historia de lucha de Olga "Mi única esperanza es volver a casa", la historia de lucha de Olga
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"Mi única esperanza es volver a casa", la historia de lucha de Olga

17 de enero, 2025

Tiempo de lectura: 4 minutos

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Desde febrero de 2022, más de 6 millones de ucranianos han cruzado las fronteras hacia los países vecinos y más allá debido a la invasión a gran escala de Rusia. Olga, una madre de 36 años originaria de Mykolaiv, es una de esas personas. Junto a su madre, de 74 años, y su hijo Anton, de apenas 6 años, Olga dejó atrás todo lo que conocía para buscar seguridad en Moldavia, un pequeño país que ha acogido a más de 123.000 refugiados, la mayoría mujeres y niños.

La vida como refugiada es una constante prueba de resistencia, pero Olga no pierde la esperanza de reconstruir su vida mientras sueña con regresar a casa algún día.

Un hogar temporal en Moldavia: supervivencia en invierno

Cuando Olga llegó a Moldavia, recibió una cálida bienvenida y apoyo esencial de ACNUR, incluida ayuda en efectivo, kits de invierno, una lámpara solar, kits básicos de higiene y ropa de cama. Sin embargo, el invierno ha añadido nuevos desafíos.

El invierno es especialmente difícil para nosotros. No sólo tenemos que hacer frente al alquiler, sino también a los elevados costes de los servicios públicos”, relata Olga. Su apartamento, situado en la planta baja, es frío y húmedo, lo que hace que calentar el espacio sea una tarea casi imposible con recursos limitados.

La familia debe recurrir a medidas drásticas para ahorrar, calentando el hogar solo por breves momentos. “Esto es una verdadera lucha”, confiesa Olga. “Por eso, la ayuda que recibimos es inmensamente valiosa. Tener artículos esenciales como ropa de cama extra nos alivia un poco la carga. Antes, sólo teníamos un juego de sábanas por persona, y asegurarnos de que se lavaran y secaran rápido era todo un desafío, especialmente con el frío”.

Foto: © ACNUR/Mark Macdonald.

El centro comunitario de Ungheni: un faro de esperanza

El centro comunitario de Ungheni, inaugurado en 2023 con el apoyo de ACNUR, forma parte de una red de nueve centros comunitarios en toda Moldavia y se ha convertido en un refugio para familias como la de Olga. Este espacio, gestionado por la organización Laolalta, socia de ACNUR, no solo proporciona un lugar cálido donde reunirse, sino que también ofrece servicios cruciales:

  • Asesoramiento psicosocial y jurídico para ayudar a los refugiados a adaptarse.
  • Clases de idiomas para fomentar la inclusión en la comunidad local.
  • Actividades recreativas y educativas, especialmente para mujeres y jóvenes, que promueven el empoderamiento, la socialización y la inclusión de las personas refugiadas.

El apoyo del centro ha sido fundamental para Olga, quien valora profundamente la calidez y la solidaridad de los moldavos. “La gente aquí es cálida y acogedora." Hemos llegado a apreciar este lugar, pero siempre queda la nostalgia de regresar a casa”, comparte.

Entre el cuidado de Anton y el crecimiento personal

Mientras sueña con el día en que pueda volver a Ucrania, Olga se dedica a cuidar de su hijo Anton, quien recientemente comenzó su primer año de primaria. “Mi rutina gira en torno a él: llevarlo al colegio, ayudarlo con los deberes y apoyarlo mientras se adapta a su nueva vida”, explica.

A pesar de las demandas de la maternidad, Olga también encuentra tiempo para trabajar en su propio futuro. Actualmente, está completando su formación en peluquería y extensiones de uñas. «Estoy comprometida con el crecimiento personal y el aprendizaje de nuevas habilidades. A medida que mi hijo sea más independiente, tendré más tiempo para centrarme en mi carrera.”

Un futuro lleno de incertidumbre y esperanza

Aunque Olga se esfuerza por construir una vida en Moldavia, su corazón permanece en Ucrania. “Echo de menos a todos mis seres queridos y amigos íntimos que no pudieron marcharse”. Su esperanza es volver a casa lo antes posible: “Hemos llegado a apreciar este lugar, la gente es cálida y acogedora... pero siempre queda la nostalgia de volver a casa”.

Como ella, miles de familias refugiadas ucranianas en Moldavia enfrentan diariamente a retos extraordinarios. Moldavia, un país pequeño con 2,5 millones de habitantes, ha demostrado una solidaridad admirable, pero sus recursos son limitados. Que el apoyo de la comunidad internacional continúe es imprescindible para garantizar que las personas refugiadas puedan vivir con dignidad mientras esperan el momento de volver a casa.

La historia de Olga es un testimonio de fortaleza y esperanza. En medio de la adversidad, encuentra maneras de seguir adelante, no solo por ella, sino por el futuro de su hijo. Esta es la realidad de miles de ucranianos en Moldavia: una lucha diaria marcada por el deseo de reconstruir sus vidas mientras sueñan con un regreso seguro a su tierra natal.

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