Alí tiene solo 40 días de edad y síndrome de Down, pero ya ha hecho el primer viaje de su vida. Él y sus padres viajaban hacinados a bordo...
Alí tiene solo 40 días de edad y síndrome de Down, pero ya ha hecho el primer viaje de su vida. Él y sus padres viajaban hacinados a bordo de un barco pesquero que los llevaba de Libia a Italia. Menos de 12 horas después de haber dejado el puerto de origen, una serie de problemas técnicos motivó que el barco empezara a hacer aguas por todos los lados. Alí y el resto de los pasajeros corrieron serio peligro.
La de Alí es solo una de las muchas historias de naufragios en las que los refugiados son los protagonistas y que por desgracia se repiten más de lo que querríamos. En este caso, algunos pasajeros pudieron saltar del barco y salvarse, pero cientos de vidas se hundieron en el mar ese día. “La mayoría de las personas que estaban sentadas con nosotros en la cubierta murieron. Sucedió justo delante de nosotros”, cuenta el padre de Alí.
Sus padres cuentan lo complicado que fue para ellos conseguir un chaleco salvavidas para poder salvar su vida y la de su hijo. Solo pudieron conseguir uno, así que un trozo de madera y su coraje hicieron el resto. “Nadábamos con cadáveres flotando a nuestro alrededor. Tuvimos que nadar y empujar cuerpos de niños, mujeres, ancianos y jóvenes”, dijo el padre de Alí.
Los equipos de rescate se presentaron allí una hora más tarde. Cuando llegaron a Sicilia a bordo del barco salvavidas, Alí fue trasladado al hospital, donde lo trataron de una neumonía. El peligro del mar, las bajas temperaturas y el agua que seguramente tragó durante el naufragio le han dejado secuelas en los pulmones.
Sus padres, además, necesitan ayuda psicológica no para olvidar un día que no se va a borrar jamás de sus mentes, sino para tratar de vivir con el recuerdo de un sufrimiento que los acompañará para siempre.
Alí, sin embargo, nunca recordará este viaje, que en un principio era un sueño de sus padres para alcanzar una vida mejor en Europa, pero que finalmente acabó convirtiéndose en una pesadilla. Cada día, decenas de familias deciden embarcarse en una aventura que no saben cómo terminará. Algunos grupos organizados se aprovechan de este anhelo por buscar una oportunidad mejor y organizan viajes poco seguros en barcos con las mínimas condiciones de seguridad y que muchas veces no llegan a su destino.
Por eso, los naufragios ocupan tantas páginas de los periódicos y minutos de los medios de comunicación cada día: el Mediterráneo se convierte a veces en la tumba de quienes soñaron con la libertad y solo alcanzaron a tocarla con la punta de los dedos.
Alí crecerá seguro y fuera de peligro, pero sus padres se guardan, para cuando él sea mayor, una historia que marcó sus vidas y que marcará también su futuro, pero que no tuvo un final feliz para decenas de niños como él.