Cada vez existen más iniciativas que contribuyen a crear una sociedad más justa e igualitaria, pero en muchos países, la mujer sigue estando en un segundo plano...
Cada vez existen más iniciativas que contribuyen a crear una sociedad más justa e igualitaria, pero en muchos países, la mujer sigue estando en un segundo plano y, por ese motivo, es necesaria la protección a la mujer en ámbitos distintos.
Según los datos del informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) “Perspectivas sociales y del empleo en el mundo: avance global sobre las tendencias del empleo femenino 2018”, la tasa mundial de participación de las mujeres en la fuerza de trabajo es del 48,5%, un 26,5% más baja que la tasa de hombres.
Además de lo anterior, según el informe mundial sobre salarios 2016/2017 elaborado por la OIT, la brecha salarial aumenta a medida que se incrementa la cuantía de los salarios. En el percentil inferior, la brecha salarial es del 0,7%, mientras que en el superior aumenta a un 4,5%.
Además de los obstáculos relativos al acceso al mercado laboral, las niñas también se enfrentan a problemas como el matrimonio infantil. Según los datos de la OIT, las mujeres y las niñas representan el 71% de los casos totales de esclavitud moderna. Por otra parte, las mujeres representan el 99% de las víctimas de trabajo forzoso en la industria del comercio sexual y el 84% de los matrimonios forzados.
Todas estas situaciones afectan al desarrollo físico, psíquico y emocional de las niñas, impiden que tengan su propia vida o aprendan a valerse por sí mismas. En estos casos, la protección a la mujer es fundamental y se puede desarrollar de varias formas, principalmente mediante la educación.
El derecho a la educación es un derecho fundamental, pero acceder a ella todavía es imposible para millones de niñas y mujeres.
La formación aporta a las mujeres medios y conocimientos para que puedan valerse por sí mismas en el futuro sin depender de otras personas. Esto beneficia tanto a las mujeres como a sus familias y a las comunidades en las que viven.
La educación hace que disminuya la vulnerabilidad de las mujeres frente a casos de violencia de género, embarazos adolescentes o matrimonio infantil.
La mutilación genital femenina o ablación sigue siendo una realidad y más de 200 millones de mujeres y niñas han sido sometidas a esta práctica.
La protección de la mujer contra la ablación, proviene, por un lado, de la educación para empoderar a las mujeres y, por otro, del fortalecimiento de la normativa de los países donde se realiza la ablación como, por ejemplo, el caso de la República Democrática del Congo, donde la ablación ha sido prohibida.
Las mujeres refugiadas suelen huir de la violencia para salvar su vida y la de sus hijos, solas y con el riesgo de caer en manos de las mafias.
Para ACNUR, la protección a la mujer es fundamental y la tiene en cuenta en todas sus acciones, que se enfocan desde una perspectiva de género, para que las mujeres refugiadas tengan una segunda oportunidad.
Las mujeres se enfrentan a situaciones graves de desigualdad en su día a día debido a cuestiones de género en muchos ámbitos de la vida; por ejemplo, en el ámbito educativo o en el profesional. Así, para erradicar la desigualdad, es necesario tomar medidas que favorezcan la formación de las mujeres y su acceso al mercado laboral en las mismas condiciones que los hombres.
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