La palabra déficit se refiere a una carencia de algo y en el ámbito económico del Estado puede implicar que se ha gastado más de lo que...
La palabra déficit se refiere a una carencia de algo y en el ámbito económico del Estado puede implicar que se ha gastado más de lo que se ha ingresado. En el ámbito fiscal se habla de déficit fiscal cuando los ingresos por impuestos y otras fuentes son inferiores a los gastos públicos en un periodo de tiempo determinado (por lo general, un año).
En el caso en que el gasto sea igual a los ingresos, se habla de presupuesto equilibrado y si los ingresos son superiores a los gastos se denomina superávit.
Es importante no confundir el déficit fiscal con la deuda pública. Esta última está formada por las deudas que el Estado central, las comunidades autónomas, los Ayuntamientos, las entidades locales y la Seguridad Social contraen con empresas o particulares del sector privado, ya sean españoles o extranjeros durante varios periodos, es decir, se trata del déficit que han acumulado.
Los ingresos que obtiene el Estado provienen de varias fuentes:
Esos ingresos se invierten, a su vez, en los siguientes conceptos (entre otros muchos):
Generalmente, cuando un país no logra cubrir los gastos públicos con los ingresos derivados de los impuestos y de otras fuentes, tiene tres formas de actuar:
Las tres medidas pueden tener consecuencias en el futuro y afectar a la economía; por ese motivo, si un país afronta una situación de déficit fiscal, estudia muy bien la situación y toma la decisión más conveniente en función de la situación en la que se encuentra.
Por otra parte, esas medidas deben ir acompañadas de una disminución del gasto público a través del control presupuestario, lo que puede suponer la reducción de los sueldos de los funcionarios o la eliminación de determinados servicios. Es decir, todas las medidas encaminadas a lograr la reducción del gasto público seguramente serán impopulares.
El déficit público en España se redujo en un 19,5% durante los primeros seis meses de 2017, lo que equivale al 2,32% del PIB. La reducción del déficit se produjo como consecuencia del aumento de los ingresos, que se incrementaron en un 4,5%, frente a los gastos, que crecieron un 1%.
Por su parte, los ingresos tributarios aumentaron un 5,6% y los derivados de las cotizaciones a la Seguridad Social lo hicieron un 4,9%.
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