"Huimos en cuanto cayeron las primeras bombas. Tardamos doce horas en salir de Kiev. Llevamos treinta y seis horas esperando aquí", dice la ucraniana Olga, de 36 años, quien tardó...
"Huimos en cuanto cayeron las primeras bombas. Tardamos doce horas en salir de Kiev. Llevamos treinta y seis horas esperando aquí", dice la ucraniana Olga, de 36 años, quien tardó tres días en llegar a un sitio seguro en Polonia después de huir de la capital de Ucrania con su hijo de dos años y su hija de ocho.
Tras el estallido de la violencia, ya son más de 2 millones las personas que han huido de un país cada vez más en llamas. Y más de un millón de personas continúan como desplazadas internas. La situación, día a día, minuto a minuto, se vuelve cada vez más inestable, delicada e impredecible y se estima que cuatro millones de personas podrían huir si la situación se prolonga, por lo que el número de refugiados de Ucrania crecerá de manera notable.
ACNUR está trabajando desde el minuto cero para enviar ayuda a Ucrania y ha empezado a distribuir material de emergencia, sorteando grandes peligros en cuanto a la seguridad. Se han entregado mantas, colchonetas para dormir y artículos de primera necesidad en Kryvyi Rig, en el centro de Ucrania. Pero cada día las necesidades humanitarias se multiplican de manera exponencial y es posible que sean 12 millones la cantidad de personas dentro de Ucrania que necesitarán ayuda humanitaria.
“Los voluntarios nos están ayudando a almacenar y a distribuir estos materiales a medida que aumentan las necesidades”, dice Giorgi Sanikidze, Jefe de la suboficina de ACNUR en Sloviansk, Ucrania, en este vídeo en el que se puede ver el punto de administración de ayuda humanitaria para quienes están huyendo del horror y lo han perdido todo:
"Llevo casi 40 años trabajando en crisis de refugiados y pocas veces he visto un éxodo tan increíblemente rápido de personas”, dice Filippo Grandi, Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados. Mientras tanto, ACNUR monitorea las fronteras de Ucrania con Polonia, Rumanía, Eslovaquia, Moldavia y Hungría, en pleno contacto con las autoridades de cada país para identificar la magnitud de las necesidades que tienen los refugiados de Ucrania que han huido de la guerra. “Las consecuencias humanitarias para la población civil serán devastadoras. En la guerra no hay vencedores, sino incontables vidas que quedarán destrozadas”, agrega Filippo Grandi.
En Polonia se están formando colas de muchos kilómetros en la frontera del lado ucraniano, con mujeres y niños que esperan hasta 60 horas para alcanzar el punto fronterizo y entre temperaturas bajo cero. Las llegadas de miles de personas que huyen de diferentes puntos de Ucrania también son constantes en Rumanía y Moldavia, con esperas de entre 20 y 24 horas.
En Eslovaquia, el número de ucranianos y ucranianas que llegan a la frontera es menor que en el resto de países. ACNUR lleva realizando visitas regulares en esa zona desde el 24 de febrero y a cuatro de los cinco principales puestos fronterizos. El gobierno eslovaco mantiene una política abierta de acogida para la población refugiada, lo que facilita aún más la tarea de ayuda humanitaria. “Solo esperamos porque puede ser un tiempo muy corto o muy largo. Nadie la sabe, sólo esperamos”, dice una joven ucraniana que espera en la frontera con Eslovaquia, junto a muchos compatriotas, el momento en que llegue la ansiada paz y pueda regresar a casa.
ACNUR tiene presencia en Ucrania desde 1994 y cuenta con 120 trabajadores en ese país. Su trabajo se centra en asistir a refugiados y solicitantes de asilo, apátridas y desplazados internos. Desde el comienzo del conflicto en el este de Ucrania, ha intensificado su labor de protección y asistencia humanitaria, incluyendo la reparación de refugios a los desplazados internos y a las personas afectadas por el conflicto a ambos lados de la línea de contacto.