Durante los primeros tres meses de 2020, ACNUR y sus socios locales registraron un total de 191 incidentes en Níger, que han dejado 549 víctimas en diferentes poblaciones localizadas en un...
Durante los primeros tres meses de 2020, ACNUR y sus socios locales registraron un total de 191 incidentes en Níger, que han dejado 549 víctimas en diferentes poblaciones localizadas en un radio de 50 km desde las fronteras. La población civil es víctima de secuestros, robos, extorsiones, asesinatos, atentados y casos de violencia sexual y de género, todo por causa de las intervenciones de grupos armados que han ido en aumento en lo que va del año y que han obligado a muchas personas a huir de sus hogares.
En los últimos dos meses, más de 30.000 refugiados tuvieron que huir de la violencia de grupos armados en el noroeste de Nigeria, de los cuales la mayoría son mujeres, niñas y niños. Ahora todos son refugiados en Níger y fueron asistidos con el apoyo de ACNUR y del gobierno local, en un trabajo en conjunto que busca hacer lo posible para que todas estas personas estén seguras pese a que bandidos nigerianos se cruzan a Níger para robar ganado, aumentando la vulnerabilidad de la población refugiada.
De acuerdo con datos de la ONU, el número de refugiados en Níger en lo que va de 2020 se ha triplicado con respecto a la cantidad que había el año pasado. Mientras tanto, se está trabajando para reubicar por lo menos a 11.000 refugiados en zonas más seguras y que tengan acceso a una atención médica adecuada, a un albergue digno y a comida y agua.
En la región de Mopti, ubicada en el centro de Mali, un ataque contra la aldea de Binedama, el 5 de junio, mató a 26 civiles. Unos días antes, el 31 de mayo, los grupos armados se ensañaron con un área de acogida en Intikane, al oeste de Níger, y dos líderes refugiados más otro líder de la comunidad fueron asesinados.
A raíz de esta escalada de violencia, más de 10.000 personas se movilizaron para buscar protección en el interior de Telemces, lo que puso en marcha una operación de ACNUR y sus socios locales para conseguir de manera inmediata 1.180 alojamientos temporales.
A una zona cada vez más azotada por la violencia armada y con desplazamientos de la población que siguen aumentando, lo que obliga a doblegar los esfuerzos para mejorar unas infraestructuras sociales débiles e insuficientes, hay que sumar la llegada del COVID-19 y la acción necesaria para proteger de la pandemia a todas estas personas en situación de extrema vulnerabilidad.
Marzia Vigliaroni, trabajadora de ACNUR en Níger y especialista en salud mental y psicosocial, dice que “con la llegada de la pandemia a Níger, hemos seguido trabajando en el terreno y hacemos todo lo posible para estar a su lado y acompañarles a luchar contra la pandemia”. Y menciona como el momento más emotivo al día en que terminaron de construir el centro de aislamiento en el estadio, respetando todas las normas y con la posibilidad de ayudar de forma efectiva a la población local y a los refugiados.
Un grupo de mujeres tuareg que, actualmente, son refugiadas en Níger se han puesto manos a la obra para fabricar mascarillas gracias a una máquina de coser eléctrica proporcionada por ACNUR. Encabezadas por Fátima, quien vive en una tienda tradicional tuareg en las afueras de Niamey, la capital de Níger, pudieron enlazar su oficio de bordadoras transmitido por generaciones de mujeres en Mali con la necesidad concreta de ayudar a la comunidad que las acoge.
“Yo vivía sola con mi hijo ... Cuando los grupos armados comenzaron a destruir las aldeas vecinas, tuve que huir. Me uní a un familiar lejano en Níger. Al menos aquí vivo en paz”, dice Fátima, mientras trata de suturar las heridas de la tierra que ha dejado y los traumas de la violencia con un oficio que resulta imprescindible para combatir la propagación del coronavirus en Níger.