África es uno de los lugares del mundo más golpeados por problemas como la pobreza, la desnutrición, la desigualdad social y la carencia de servicios básicos. De...
África es uno de los lugares del mundo más golpeados por problemas como la pobreza, la desnutrición, la desigualdad social y la carencia de servicios básicos. De todos los grupos sociales, la mujer africana es quien más sufre los efectos negativos de estas circunstancias en sus respectivos países.
Sin embargo, la mujer también desempeña un rol esencial para la transformación social y el desarrollo económico de sus comunidades. ¿A qué retos se enfrenta en este siglo que apenas empieza? ¿Qué obstáculos tiene por delante para su desarrollo individual?
Partamos de una cifra que nos puede ayudar a comprender la situación de la mujer africana en nuestro siglo: según Naciones Unidas, el 70% de los 1.200 millones de personas pobres en el mundo son mujeres.
Si en los países desarrollados aún estamos lejos de lograr la plena igualdad de género, esto es todavía más evidente en África, un continente con grandes carencias sociales, legales, económicas y materiales en el que se ubican 37 de los 44 países con mayores índices de pobreza del mundo.
Aunque en los últimos años se han registrado avances en la materia, como por ejemplo una mayor participación parlamentaria de las mujeres en países como Uganda (30%), Sudáfrica (50%) o Ruanda (56%), la situación de las mujeres africanas aún está lejos de garantizar el cumplimiento de sus derechos fundamentales.
La igualdad de género, la visibilidad social, la independencia económica y financiera, el acceso al mercado laboral y el libre desarrollo de su personalidad son algunos de los retos a los que se enfrentan las mujeres de este continente. Veamos algunos datos:
Estas condiciones empeoran cuando se presenta una situación de emergencia humanitaria, tal como sucede ahora mismo en países como Nigeria, la República Centroafricana o Sudán del Sur, que afrontan graves conflictos armados.
Cuando no son reclutadas como esclavas sexuales por los bandos en conflicto, la mujer africana se ve obligada a huir de su hogar para salvar su vida y la de sus familiares, lo que las convierte en uno de los grupos sociales más vulnerables en este tipo de situaciones.
Sin embargo, muchas veces la huida no garantiza su bienestar ni su supervivencia. En su rol de cabeza de familia, emprende peligrosas rutas a terceros países en las que a menudo sufre violencia sexual y otras formas de abuso.
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