La importancia de la vacuna contra la difteria para los refugiados

Uno de los brotes más importantes de difteria de los últimos años dentro de un campo de refugiados se dio en Bangladesh entre finales de 2017 y principios de 2018. Allí se refugian cientos miles de rohingyas que huyen de la violencia en Myanmar. Con el apoyo de las autoridades sanitarias locales, ACNUR promovió en aquel momento una campaña de vacunación contra la enfermedad en niños menores de 6 años e inició ciclos de formación entre los refugiados para que aprendan a detectar los síntomas de la difteria y difundir medidas de prevención en los campos de refugiados.

A principios de 2019 se inició otra campaña de vacunación contra la difteria entre los refugiados venezolanos que cruzan la frontera con Colombia. Además de promover un programa para la distribución de alimentos y de ayuda humanitaria, también se puso en marcha un plan de vacunación para niños refugiados a través del cual 5 millones de niños recibieron la vacuna contra la difteria. En junio de 2016 había surgido en la región un brote de difteria que fue en aumento, ya que ese año fueron 17 los muertos, en 2017 sumaron 103 las víctimas fatales y en 2018 unas 150 personas.

Tanto en Bangladesh como en la frontera entre Venezuela y Colombia, la vacuna contra la difteria consiguió detener brotes que podrían haber sido mucho más graves aún. Por eso su importancia es fundamental, sobre todo dentro de una población tan vulnerable como la refugiada.

¿Qué es la difteria?

Al igual que el cólera o el sarampión, la difteria es una enfermedad muy antigua pero que aún sigue latente y, como se ha visto, proclive a generar brotes de gravedad. Se trata de una infección causada por la bacteria Corynebacterium diphtheriae y que empieza a presentar síntomas entre los dos y cinco días posteriores a la exposición, que pueden ser leves o graves, dependiendo del caso: dolor de garganta o fiebre y, en los casos más severos, la aparición de un parche gris o blanco en la parte posterior de la garganta que podría bloquear la función respiratoria o deglutiva del organismo y provocar tos.

La propagación de la difteria se da por contacto directo entre las personas y también a través del aire por gotas respiratorias durante el estornudo o el tosido. Otra vía de propagación es a través de ropa y objetos contaminados.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda inmunizar a todos los niños del mundo con la vacuna contra la difteria y a través de una serie básica de tres dosis, que resultan imprescindibles para desarrollar inmunidad de por vida contra la enfermedad. Y que en caso de que no haya recibido la vacuna en la infancia o que tenga las dosis incompletas, cualquier persona de cualquier edad debería tenerla o completar las dosis necesarias.

¿Cómo es la vacuna contra la difteria?

La vacuna contra la difteria contiene la toxina que fabrica la bacteria, pero sin su toxicidad, de manera tal que cuando se inyecta no pueda producir la enfermedad y sí produzca los anticuerpos fundamentales para evitar que aparezca. Suele aplicarse con otras vacunas combinadas con más componentes, por lo que no se comercializa como una vacuna individual y separada.

Se incluye dentro del grupo de las denominadas vacunas hexavalentes (polio, hepatitis B, difteria, tétanos y tosferina) que se colocan durante en el primer año de vida, a los 2, 4 y 11 meses. Y también forma parte del preparado trivalente de los 6 años (Tdpa/DTPa) y en los distintos tipos de vacunas contra el tétanos que se usan en adultos y adolescentes. Su aplicación es muy sencilla y se realiza a través de la vía intramuscular, dependiendo de la edad, en brazo o en el muslo. Y se puede colocar el mismo día que otro tipo de vacunas y sin ningún inconveniente.