Las personas que viven en los campamentos saharauis se enfrentan a muchos retos, como las tormentas de arena, las temperaturas extremas, la escasez de comida o la falta de agua...
Las personas que viven en los campamentos saharauis se enfrentan a muchos retos, como las tormentas de arena, las temperaturas extremas, la escasez de comida o la falta de agua potable. Vivir en estas condiciones es muy duro. En este post te contamos cómo funcionan los campamentos saharauis.
Existen cinco asentamientos en Tinduf (Argelia): El Aaiún, Auserd, Smara, Dajla y Bojador. En la actualidad hay más de 173.000 refugiados saharauis en los cinco campos de Tinduf.
Los habitantes de los campamentos saharauis intentan ganarse la vida con el comercio, pero los ingresos generados por el comercio no son suficientes para subsistir y necesitan ayuda humanitaria internacional. Dado que los refugiados saharauis llevan más de 40 años en Tinduf, en un campamento saharaui se puede encontrar escuelas, tiendas, barberías, espacios donde se realizan actividades culturales, puntos de atención médica, aunque los medios y los recursos son muy escasos. Sus habitantes suelen vivir en tiendas de lona, y existen algunas dependencias de adobe como las cocinas o los baños. Generalmente, los campamentos están organizados en comités como los siguientes:
Cuando llega una tormenta de arena a los campamentos de refugiados, el cielo cambia de color y se vuelve amarillo, los techos de las casas se desprenden y la arena entra por la nariz, los ojos y la boca. A pesar de las dificultades que supone la climatología de la zona y las que se viven en el día a día, siempre hay esperanza, y Tateh es un ejemplo. Este refugiado saharaui quiso encontrar la forma de construir refugios que fueran resistentes a las tormentas de arena y lo hizo con botellas de plástico rellenas de arena. Tateh estudió energías renovables con una beca DAFI de ACNUR; luego hizo un máster y volvió a los campamentos de refugiados saharauis. Con sus conocimientos quiso mejorar la vida de los refugiados y utilizó botellas de plástico rellenas de arena. El proyecto llamó la atención de ACNUR, que le becó, desde su departamento de innovación, para que construyera 25 refugios en los campos de Tinduf. El primer refugio que hizo Tateh fue para su abuela de 90 años. La historia de Tateh se ha plasmado en un documental llamado El loco del desierto. Muy pocos jóvenes como Tateh tienen acceso a la universidad y cuando logran terminar sus estudios, es habitual que vuelvan a los campos de refugiados para intentar ayudar y dar una vida mejor a las personas que viven allí. Si quieres contribuir a más jóvenes como Tateh tengan un futuro haz una contribución a ACNUR, bien haciéndote socio, bien aportando una cantidad puntual. Simplemente tendrás que elegir tu forma de donar, precisar la cantidad y dar tus datos personales y bancarios para que tu ayuda llegue a los refugiados que la necesitan.
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